Rescate productivo de chinampas en Xochimilco

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En Xochimilco, tres chinampas han sido rescatadas para el cultivo de brócoli, coliflor, rábano, kale e hinojo, pero es de destacar que todo lo que crece en esa tierra fértil es orgánico.

En los mil 700 metros cuadrados salvados del abandono se utilizan ahora métodos tradicionales como almácigos y el chapín, típicos del lugar, para el cultivo de alimentos saludables.

Para llegar hay que pasar cerca de 20 minutos en una lancha saliendo del embarcadero de Cuemanco. Las chinampas objetivo se encuentran en el corazón de los canales de Xochimilco.

Una de ellas podría parecer una chinampa cualquiera, pero todo lo que crece en esa fértil tierra es orgánico.

Se trata de una de las tres chinampas que la empresa Yolcan ha rescatado para, además de sembrar de manera sustentable, promover el comercio justo con los agricultores y apoyar la economía local.

Desde hace tres años, Lucio Usobiaga y Antonio Murad decidieron que la comida saludable y el cultivo sustentable sería la forma en que podrían no solo establecer un negocio, sino rescatar esos espacios abandonados en la zona lacustre de la ciudad.

Comandados por  Noé Coquis, un chinampero de tercera generación, seis trabajadores provenientes del Estado de México, Puebla y Veracruz se encargan de cuidar los cuatro mil 700 metros cuadrados que siembra Yolcan.

Cuando comenzaron, Lucio y Antonio se dieron cuenta que la oferta de productos orgánicos en México era reducida. “En parte por el costo, pero también porque no hay dónde comprar, o porque no sabes si en verdad son hortalizas cultivadas orgánicamente”, dice Lucio.

Mientras que un kilo de calabacita italiana cultivada con agroquímicos cuesta 7.60 pesos el kilo, la orgánica puede alcanzar los 42 pesos por kilo. “Pero cuando piensas en tu salud, cuando te interesas por lo que comes, por el bienestar de tu cuerpo, entonces compras productos orgánicos. Se trata de redistribuir los gastos”, asegura.

Y es que, a pesar del costo, el mercado para los productos orgánicos ha ido en aumento en los últimos años, prueba de ello es el Mercado del 100, un tianguis que reúne desde 2010 a productores locales.

Yolcan ha progresado, en parte, porque cuenta con una cartera de clientes que incluye a los restaurantes Merotoro, Duo, Rosetta, Quintonil, Contramar, Sud 777, La Excéntrica o Green Corner.

Los chefs de estos restaurantes se abastecen de productos poco comunes en el mercado nacional, como minutina, kale, shizu, brócoli romanesco o lechuga del tipo cuatro estaciones.

Por la tierra

Rescatar las chinampas no es tarea fácil, cerca de 80 por ciento están abandonadas. Eso hace pensar a Lucio que el futuro de Xochimilco está en manos de gente de fuera, no de xochimilcas.

“Es muy difícil, porque la imagen del campesino está por los suelos, es un trabajo muy duro, poco remunerado y los productores no tienen un espacio en el mercado local, no tienen dónde vender sus productos, por eso prefieren dedicarse a otra cosa”, dice Lucio.

Además, las únicas dependencias gubernamentales que sí tienen programas activos de apoyo para los productores son la Autoridad de la Zona Patrimonio Mundial Natural y Cultural de la Humanidad en Xochimilco, Tláhuac y Milpa Alta y la Comisión de Recursos Naturales.

“Una vez, un grupo de productores hicimos una cita con el delegado, pero nos dejó plantados”, dice. Por eso, Yolcan busca crear una sociedad de producción rural, para apoyar a los productores locales con talleres de agricultura orgánica y a comercializar los productos.

“Cuando hicimos la primera chinampa, fue demostrativa, queríamos que se diera un contacto positivo, que los otros productores vieran que es rentable cultivar sin agroquímicos”, dice Lucio, quien asegura que con sus métodos tradicionales y ecológicos se obtiene un 90 por ciento de los cultivado.

Come sano, come local

Los productos que se siembren en las chinampas de Yolcan no tienen agroquímicos. Para su nutrición se utiliza un tipo de abono japonés, llamado bochasi. Para el control de plagas se utiliza el caldo – ceniza y el bacilo thuringiensis, que solo afecta a los gusanos, pero no a las plantas ni a los humanos.

“Se trata de revalorar las chinampas, de darles el valor agrícola pero también social y ecológico”, dice Lucio, quien considera que proyectos como Yolcan no solo tienen un impacto positivo en la tierra, que no pierde sus nutrientes, sino que también apoya la economía local al promover el comercio justo entren productores y consumidores.

En ese sentido, Yolcan está impulsando una red de consumo local. Basados en el Sistema de Agricultura Apoyado en la Comunidad (CSA por su siglas en inglés) utilizado en Europa y EU,  están promocionando la entrega semanal de una canasta con los productos de temporada.

“Es un sistema que ayuda muchísimo a los productores, porque se paga con anticipación, cubres tus costos productivos antes de sembrar”. Usobiaga asegura que de esta forma existe un compromiso entre consumidor y productor. Además, este último cuenta con la certeza de que podrá colocar sus productos.

La única desventaja para el consumidor es que tendrá que esperar cerca de dos meses, tiempo promedio que toma en crecer una hortaliza.

Labor social

Para el equipo que integra Yolcan, las chinampas no se reducen a una fuente de ingresos, sino que también cumplen con una función social. Por eso están desarrollando un proyecto con niños de kinder, para los que piensan rehabilitar una parcela en la que los niños podrán experimentar el proceso de siembra y cosecha para, al final, recibir los productos que hayan cultivado.

Otro de sus proyectos va de la mano con la UNAM, ya que junto a su chinampa demostrativa, se ha elaborado un canal que servirá como santuario para ajolotes, una especie endémica de la región que se encuentra en peligro de extinción.

Fuente: Milenio

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