Evalúan impactos globales de la producción del maíz

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Colima.- En el estudio Impactos globales en salud de la producción de maíz antes y después del Tratado de Libre Comercio (TLC) (1986–2013), realizado por investigadores de la Universidad de Colima (Ucol) y de la Universidad de Harvard, se llevó a cabo una valoración de los efectos de la producción del maíz producido en México y el importado de los Estados Unidos en tres etapas antes del TLC, de 1984 a 1993, inmediatamente después, de 1994 a 2003, y en la época actual, de 2004 a 2013, señaló el doctor en ciencia médicas OIiver Mendoza Cano.

“La investigación de carácter global se desarrolló para conocer los parámetros y categorías que indican los impactos en la producción del maíz para que la información pueda servir en la toma de decisiones en materia de seguridad alimentaria, cambio climático y salud”, indicó el visitante científico en la Escuela TH Chan de Salud Pública en el Centro para la Salud y el Medio Ambiente global de la Universidad de Harvard y candidato en el Sistema Nacional de Investigadores (SNI).

Mendoza Cano, profesor investigador de la Facultad de Ingeniería Civil y de la Facultad de Medicina de la Ucol, mencionó que principalmente se estudiaron y calcularon los impactos a la salud, recursos y a los ecosistemas.

Metodología: análisis del ciclo de vida

“Medimos a través del análisis del ciclo de vida (ACV) cuáles eran estos parámetros de impacto y trazamos una medida cualitativa y cuantitativa en el carácter nominal/total y por medio de unidad funcional (UF), que recmaiz2116-1representa una tonelada de maíz; fueron esos dos enfoques para poder cuantificar cuáles eran los impactos globales en salud derivados de la importación a nuestro país del maíz amarillo de Estados Unidos”, explicó el investigador colimense.

Esta investigación, publicada recientemente en la Ucol, siguió las directrices de la evaluación del ciclo de vida, desarrolladas por la Organización Internacional para la Normalización (ISO, por sus siglas en inglés) en la serie de normas de ISO 14040 a la 14044.

“El ACV es una herramienta metodológica que utilizan los académicos, gobiernos y empresarios para medir el impacto ambiental de un producto, proceso o sistema a lo largo de todo su ciclo de vida. Mientras que el método de la receta (ReCiPe, por sus siglas en inglés) transforma la larga lista de resultados de inventario del ciclo de vida, en un número limitado de puntuaciones de los indicadores”, detalló.

En el análisis se estudiaron proporciones de maíz híbrido, del cultivado con químicos y del orgánico con valores de la Comisión para la Cooperación Ambiental para las tres naciones en el TLC: México, Estados Unidos y Canadá. Además se tomaron estadísticas del Censo Mexicano de Agricultura y del Servicio de Información Agroalimentaria y Pesquera (SIAP) de la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa).

Se evaluaron los efectos de la producción de Estados Unidos destinada y transportada a México, por lo que fueron seleccionados tres estados: Iowa, Illinois e Indiana, para estimar todo el maíz producido y transportado a México.

Los impactos en salud, recursos y al ecosistema se calcularon mediante la metodología ReCiPe, Endpoint H y con el software SIMA PRO. Se realizó un análisis general por unidad funcional de las variables: cambio climático y salud humana, formación fotoquímica oxidante, cambio climático y su impacto en ecosistemas, ecotoxicidad y acidificación terrestre, la ocupación de la tierra en agricultura y de la tierra urbana, agotamiento de metales, fósiles y el ozono, formación de material particulado, ecotoxicidad y eutroficación del agua dulce, impacto del combustible fósil, toxicidad humana, radiación ionizante, ecotoxicidad del agua marina y la transformación natural de la tierra.

“Con la investigación, identificamos y evaluamos los impactos en salud, medio ambiente, a la biodiversidad, así como daños al ecosistema en relación a la actividad como tal de la agricultura del maíz; por unidad funcional estamos causando daño principalmente en cuatro ecoindicadores: cambio climático y salud humana, 17.6 milipuntos por tonelada (MPt); formación de material particulado, 9.0 MPt; la ocupación de la tierra debido a la agricultura, 7.2 MPt; y el agotamiento de fósiles, 22 MPt, principalmente”, afirmó Mendoza Cano.

Los análisis se realizaron en años de vida ajustados por discapacidad (AVAD), que es un potente indicador que muestra el impacto a la salud, y Species year, que es una manera de medir el daño al ecosistema, es decir cada cierto tiempo se pierde una especie.

Contacto
Dr. Oliver Mendoza Cano
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Agencia Informativa Conacyt

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