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Cargados de experiencias para mejorar la productividad de los cultivos ecológicos, un grupo de agricultores de comunidades mayas regresaron a México después de cinco días en Cuba en los que intercambiaron experiencias sobre modelos libres de agrotóxicos y sin sobreexplotación.

A bordo del Rainbow Warrior, buque insignia de Greenpeace, científicos y agricultores de la península de Yucatán llegaron a la isla el viernes pasado para conocer prácticas que no dañan los recursos básicos de agua y suelo y conservan la biodiversidad, cuenta a Efe Aleida Lara, coordinadora de la campaña de Agricultura Sustentable de Greenpeace México.

Se calcula que al día de hoy en solo el 25 por ciento de la tierra cultivable de Cuba se genera el 65 por ciento de los alimentos que se consumen.

Un dato que para Greenpeace desmiente la creencia “de que la agricultura ecológica no es suficiente para proporcionar alimentación al mundo y por eso hay que echar mano de una agricultura basada en la sobreexplotación de los recursos naturales”, argumenta la coordinadora.

En el inicio del llamado periodo especial, a principios de la década de los años 90, cuando se produjo la caída de la URSS y el colapso del campo socialista, el bloqueo económico hizo que los agricultores se quedaran sin insumos como fertilizantes químicos y plaguicidas.

Por este motivo, los agricultores cubanos tuvieron que reforzar los recursos que nacen del estudio del suelo -como el uso de plagas para combatir otras plagas-, a lo que se unió el desarrollo de biofertilizantes y de lombricompostas.

Los mexicanos pudieron visitar durante su viaje fincas agroecológicas en La Habana y la provincia de Matanzas, y firmaron un acuerdo de colaboración con la Estación Experimental de Pastos y Forrajes Indio Hatuey.

“Aprendimos cómo dejaron de ser dependientes del uso de agrotóxicos, que es para nosotros un reto como país en México”, sintetizó Lara, recordando que desde que empezó el periodo especial la isla ha reducido en un 70 por ciento el uso de plaguicidas.

Este aspecto es de relevancia para la península de Yucatán, en la que las comunidades mayas han detectado que los suelos son permeables, por lo que los plaguicidas acaban contaminando el agua.

La agricultura ecológica se aplica de manera distinta en cada parcela debido a los diferentes elementos que tiene el suelo, por lo que los resultados se consiguen a través de la experiencia y los intercambios de conocimientos.

El trabajo multisectorial cubano, entre investigadores, científicos y campesinos, es un componente clave, así como el programa “de campesino a campesino”, que busca facilitar el intercambio de experiencias.

Son técnicas con resultados visibles, asegura Greenpeace, que se han aplicado a los cultivos tradicionales de frijol, lechuga, jitomate y menta -con la que se hacen los típicos mojitos-, y a otros que están en auge, como el de las plantas ornamentales destinadas a albergues turísticos.

En el caso de México, “el principal reto es sensibilizar a los tomadores de decisiones en el país, porque la política agroalimentaria está totalmente enfocada en fortalecer el modelo de producción industrial”.

La ayuda gubernamental que se proporciona a los campesinos es a través de “paquetes tecnológicos, que son semillas híbridas, herbicidas, plaguicidas”, sostiene Lara.

Con esto lo que hacen las autoridades es intentar “permear tecnologías nocivas”, bloqueando “la forma tradicional de producción de la milpa -maíz y otras semillas-, que por definición es ecológica”.

Ha habido avances, como decretar Yucatán -uno de los estados que conforman la península yucateca, junto con Quintana Roo y Campeche- zona libre de transgénicos o implementar programas de capacitación.

Por su parte, el ejemplo de Cuba, concluye Lara, es “icónico a nivel mundial y que demuestra que la agricultura ecológica es posible”.

EFE

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