Durante el 2014 ninguna de las empresas —Monsanto, Bayer, Syngenta, PHI México— que solicitaron permisos para realizar pruebas piloto o experimentales de maíz transgénico lo obtuvieron, lo que frena la posibilidad de entrar a una tercera fase de comercialización de granos de esta naturaleza.
En su reporte anual, la Comisión Intersecretarial de Bioseguridad de los Organismos Genéticamente Modificados (Cibiogem) refiere que ninguna de las solicitudes presentadas desde el 2013 tuvieron la aprobación para continuar con un proceso que permitiría en un futuro comercializar maíz transgénico como ocurre en otras partes del mundo, caso que no es el de nuestro país, en donde aún no se libera su producción.
En el 2009 inició el proceso para otorgar los permisos de maíz y del total de los que se solicitaron, alrededor de 64, 51.56%, fueron de este grano; algodón, 48.75%; soya, 3.12% y trigo, 1.56 por ciento.
Para el 2013, se otorgó 95% de permisos para cultivar algodón y el resto para soya; en maíz ya no obtuvo ningún permiso para avanzar en el proceso. Según AgroBio, en México, “tratándose de la siembra de maíz genéticamente modificado, si bien se siembra experimentalmente y en programa piloto desde el 2009, con resultados que confirman su inocuidad y sus beneficios, aún no se cuenta con permisos para su siembra comercial.
Vale decir que las razones no se deben a evidencias científicas sobre posibles daños, sino a otras consideraciones que han relegado a la ciencia, incluso a la ley, a un segundo y hasta un tercer plano”.
México depende de las importaciones para satisfacer la tercera parte del consumo nacional de maíz, lo cual representa a su vez 90% del maíz amarillo que consumimos.
Nuestro país importa anualmente cerca de 10 millones de toneladas de maíz de EU, y aunque en menor cantidad, recientemente también ha importado maíz blanco de Sudáfrica —en ambos países más de 90% del maíz que siembran y exportan es transgénico.
El Economista
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