Identificadas bacterias que contribuyen a la producción de alfalfa en suelos ácidos

La alfalfa (Medicago sativa) es un importante cultivo utilizado como forraje para la alimentación del ganado. Como todas las leguminosas, forma nódulos en sus raíces que contienen bacterias que le permiten fijar nitrógeno, un nutriente esencial para el desarrollo de la planta. Sin embargo, en los suelos ácidos, como los del oeste de la península ibérica y gran parte del mundo, la alfalfa no alcanza un rendimiento óptimo.

Para buscar soluciones a este problema, el Instituto de Recursos Naturales y Agrobiología de Salamanca (IRNASA, centro del CSIC), en colaboración con la Universidad de Salamanca, en España, ha estudiado bacterias tolerantes a la acidez que se pueden encontrar en simbiosis con este cultivo para promover su desarrollo en estas condiciones desfavorables y ha publicado recientemente los resultados en la revista Applied Microbiology and Biotechnology.

Esta planta forrajera establece simbiosis con dos especies de bacterias del suelo del género Rhizobium, especialmente con Ensifer meliloti, pero también con Ensifer medicae. “Hemos aislado y caracterizado una colección de cepas tolerantes a la acidez que fueron capaces de formar nódulos en las raíces de la alfalfa incluso con un pH muy bajo”, explica a DiCYT Álvaro Peix, científico del IRNASA.

El resultado más importante de esta investigación es que al seleccionar cepas de bacterias tolerantes a la acidez “se pueden paliar por completo las pérdidas debidas a la acidez del suelo”, según los experimentos realizados por los investigadores en suelo natural y en invernadero.

Grandes diferencias entre las plantas inoculadas y las que no. (Foto: Álvaro Peix)

Un suelo ácido puede reducir la cosecha hasta una tercera parte con respecto a los suelos alcalinos, mientras que en los experimentos realizados en este trabajo, la producción de alfalfa se multiplicó por tres cuando se inocularon bacterias endosimbiontes tolerantes a la acidez, compensando así totalmente las pérdidas causadas por las características del suelo. En las plantas inoculadas con estos microorganismos el número de nódulos se duplicó con respecto a otras plantas control sin inocular y también se multiplicó por tres su peso seco.

Desde el punto de vista científico, al analizar las características genéticas de las bacterias, los investigadores encontraron resultados muy interesantes. Estudiando los espacios intergénicos (en inglés, Intergenic Transcribed Spacers o ITS) han hallado dos grupos genéticos diferentes tanto en E. meliloti como en E. medicae, y en esta última especie uno de ellos nunca se había encontrado en nódulos de alfalfa.

Álvaro Peix y una investigadora de su equipo en un laboratorio del IRNASA. (Foto: DICYT)

Un aspecto importante del estudio genético fue la secuenciación de los genes nodC, que no son indispensables para la vida de las bacterias, pero “les confieren ventajas ecológicas, como la capacidad de nodulación”. El estudio mostró que todos los genes de nodulación, que son elementos genéticos transferibles entre distintas especies, pertenecían a la simbiovariedad meliloti, incluso los hallados en E. medicae. Esto significa que la simbiovariedad meliloti debería ser reconocida también en la especie E. medicae.

Las bacterias que potencian la producción de alfalfa podrían agregarse por diversos medios a los suelos ácidos, unidas a las propias semillas o incorporándolas por diversos medios posteriormente. Al tratarse de bacterias que se encuentran en los suelos de forma natural, no suponen una alteración del medio y, además, pueden evitar el uso de productos químicos potencialmente contaminantes destinados a la mejora de la producción. (Fuente: José Pichel Andrés/DICYT ).

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