Jalisco busca abatir el déficit de hasta 80% en producción de frijol y mejorar el rendimiento en este cultivo a través de las variedades “Azufrado” y “Cuarenteño” que desarrolló la Universidad de Guadalajara (U de G).
De acuerdo con el investigador del Departamento de Producción Agrícola de la casa de estudios, Rogelio Lépiz, con las nuevas variedades se puede obtener un rendimiento superior a las dos toneladas por hectárea bajo buenas condiciones de temporal, mientras que el promedio nacional es de 700 kilos por hectárea.
Con estos desarrollos, el Centro Universitario de Ciencias Biológicas y Agropecuarias (Cucba) busca recuperar espacios de siembra y capacidad productiva, sobre todo en el centro y sur de Jalisco, además de reducir el desabasto estatal, refirió por su parte el rector del plantel, Salvador Mena Munguía.
Y es que mientras en la década de los 60 el estado producía 150,000 toneladas de frijol, actualmente apenas alcanza las 15,000 toneladas mientras la demanda de consumo es de 75,000 por lo que la entidad debe adquirir las 60,000 toneladas restantes en otros estados, principalmente Sinaloa.
Según el rector del Cucba, la intención de la casa de estudios “es que los actuales procesos de producción agropecuaria se sustenten en innovaciones pero que tengan carta de naturalización que nos pertenezcan a los mexicanos, que no sean productos respaldados o emitidos por una multinacional, que seguramente establece costos altos para su adquisición”.
Las dos variedades de frijol que cuentan con títulos de obtentor, son sembradas actualmente por entre 30 y 40 productores locales.
Los académicos convocaron a las secretarías de Desarrollo Rural (Seder) y a la de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa) para que produzcan estas variedades a gran escala y la distribuyan entre los agricultores.
Indicaron que la Universidad de Guadalajara tiene semilla para prestarla a los agricultores, quienes deberán regresarla tras la cosecha.
Según el investigador Rogelio Lépiz, estas variedades son resistentes a enfermedades “críticas” en Jalisco como la antracnosis y la bacteriosis de halo.
El Economista
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