Una empresa creada por exalumnos del Instituto Politécnico Nacional (IPN) desarrolla sistemas aéreos no tripulados o drones para los sectores de la fotogrametría y la percepción remota, dos aplicaciones de la fotografía vertical.
El director de la firma Quetzal Aeroespacial, Alberto Ortega Sánchez, dijo que su proyecto se enfoca en áreas como la agricultura de precisión, fotogrametría, monitoreo de construcciones, modelado 3D, apoyo a Protección Civil, turismo y cinematografía.
En una entrevista con la Agencia Informativa del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), el directivo indicó que desde 2011 comenzaron a crear las aeronaves y algunos componentes, pero fue hasta 2014 que se consolidó el prototipo que ahora comercializan.
Uno de los objetivos del proyecto de los exestudiantes era nacionalizar el desarrollo tecnológico en el ramo para que el talento mexicano se proyecte en la ingeniería de alto nivel, con lo que se reducirán costos y mejorará la calidad de las aeronaves que se importan del extranjero.
Aunque el uso de los drones es muy variado, pues va desde el entretenimiento, monitoreo y la vigilancia para el sector seguridad e incluso la coordinación de estrategias militares, la empresa Quetzal Aeroespacial se dirige al sector civil.
Los directivos de la firma ven un mayor futuro en la fotografía vertical, la cual se usa para la elaboración de mapas de un terreno.
Para la creación de estos mapas se requiere tomar imágenes con una cámara multiespectral que expone la reflectancia del terreno con la que se puede identificar qué tan saludable está antes de la cosecha.
Además de observar cómo queda el suelo y en su caso tomar acciones preventivas o correctivas para hacerlo más sano, esta técnica permitiría mejorar el rendimiento por hectárea, aumentar la producción y reducir los costos, abundó Ortega Sánchez.
El director de Investigación, Desarrollo e Innovación de la firma, Omar Olvera Castañeda, comentó que la empresa desarrolla ahora un software que consiste en una estación de control en tierra para manejar los mandos de control.
Los creadores consideran que el diseño de las aeronaves es de gran relevancia, por lo que deben tener una estructura y aerodinámica que permita un funcionamiento adecuado.
“Buscamos que los proyectos aeronáuticos sean muy completos, hacemos un proceso muy puntual de todo el proceso de fabricación del avión, que se divide en tres partes: la primera es el desarrollo conceptual, donde platicamos con el cliente qué es lo que se requiere, el tipo de nave y la ubicación de los componentes, para que nosotros transformemos estos datos a un lenguaje ya más técnico”, explicó.
La segunda etapa, dijo, es el diseño preliminar, es decir, el dimensionamiento de la aeronave, donde se realizan las estimaciones del peso, desempeño, comportamiento, dimensiones, altura, peso máximo de la estructura y la autonomía que va a tener el dron.
En la última fase, los desarrolladores realizan el diseño a detalle, hacen estudios computacionales en túneles de viento que tienen algunas instituciones, realizan los cálculos y algunas pruebas físicas para después conjuntar todo el proyecto en un prototipo, al que se le harán pruebas de vuelo subsecuentes para validar su funcionamiento.
“El proceso depende mucho de la profundidad que requiere el proyecto, algunos son muy rápidos, como de seis meses, otros más grandes pueden tardar hasta 10 años”, agregó.
NTX
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