La actividad apícola con la abeja doméstica Apis miellifera tiene una historia de 130 años en Yucatán, sin embargo, actualmente se desarrolla prácticamente de manera altruista y atiende problemas de la comunidad, como cuando el meliponicultor acude a una casa para curar a un niño enfermo.
El investigador de la facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia de la Universidad Autónoma de Yucatán (UADY), Jorge Ángel González Acereto, señaló que hasta principio del siglo pasado la producción de miel de la melipona era muy importante.
Explicó los inicios de esta historia debido a que los españoles aprovecharon el conocimiento y la producción del dulce que los mayas tenían gracias a la abeja nativa o melipona.
Recordó que para los mayas, la miel servía para el trueque, cambiaban los productos de abeja nativa como la cera y la miel, además de otros como el algodón y la sal -pues eran los únicos productos que tenían para ofrecer- en los tianguis con productos que ellos necesitaban.
La meliponicultura creció a tal grado que generó a sus dioses protectores tutelares encabezados por Ah mucen Cab. Era un desarrollo en la Península basado en las abejas, en una época que habían muchas colonias, comentó.
“Hay registros de los escritores de la época, frailes o conquistadores que hablaban de hasta dos mil ejemplares por colmenar, lo que continuó en la época de la colonia, al grado que la producción de miel de Apis melífera cuando muchos tienen entre 120 a 130 años en Yucatán”, sostuvo.
Durante su participación en la II Mesa Redonda del Mayab, que se llevó a cabo en esta capital del pasado en octubre pasado, indicó que “esto se debe a que los españoles llegaron y encontraron un sistema de producción bien establecido y lo único que hicieron fue aprender de los mayas.
“Ellos aprovecharon el conocimiento que tenían los mayas y hasta principio del siglo pasado lo que había era producción de miel de la melipona”, acotó.
Para los mayas, dijo, se trata una actividad sagrada; en Cozumel se realizaban una serie de ritos para promover o tratar que la producción de miel creciera y las floraciones se dieran bien.
“Hay una ceremonia para que los sacerdotes pidan para que llueva y que las plantas florezcan, también para la preparación y la cosecha, de ahí que exista una mini guía de dioses asociadas a la Melipona beecheii”, detalló.
González Acereto apuntó sobre las abejas melipona -sin aguijón-, que “los mayas consideraban que no eran de ellos, sino de los dioses, por lo que al ser sólo sus cuidadores tenían que llenar una serie de requisitos para no enfermarse y continuar la actividad”.
Abundó, en la actualidad esta actividad tiende a desaparecer “porque los meliponicultores son ancianos casi todos, las colonias han disminuido por los desmontes irracionales y un mayor ingreso de la abeja Apis melífera cuya producción es mayor y ventajosa económicamente para los campesinos actuales.
Puntualizó que prácticamente se desarrolla de manera altruista, que está dedicada a resolver problemas de la comunidad y cuando en una casa se enferma un niño se acude al meliponicultor para darle la cura, que no sabe si cobrársela o regalársela.
“Los meliponicultores y las comadronas son dos grupos de personas que realmente respaldan la salud de la comunidad”, de ahí que especialistas de la facultad de la UADY trabajen en la reactivación de la actividad y en la trasferencia tecnológica, en especial entre las nuevas generaciones de productores.
A pregunta expresa, opinó que la decadencia de la actividad apícola inició con “El Adelantado” Francisco de Montejo, “porque él creó un centro azucarero en Champotón, donde estaban las mejores tierras”.
“Al empezar a circular el azúcar se fue olvidando la miel como un producto edulcorante, que era el único que había. Ahí empieza la decadencia de la actividad”, aseveró.
Agregó que la miel, que de acuerdo con estudios tiene alta capacidad antibacteriana, desinfectante, ayuda a eliminar catarata ocular y problemas respiratorios, entre otros.
Acotó que en la economía familiar campesina, la meliponicultura y apicultura van agarradas de la mano, con un dominio de la producción en manos de las mujeres y asociados a huertos familiares, en las milpas y, hay un montón de sociedades que la están sacando adelante.
Empero, enfatizó, el trabajo para fomentar la meliponicultura ha ido en decremento ante el desinterés de los jóvenes por ella; a su concentración en áreas muy específica del sur, del norte y el litoral oeste, con sólo algunos productores con un máximo 60 a 70 colonias, y a la falta de organización de los productores.
NTX
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