El grupo farmacéutico alemán, ajeno a las críticas por desvincularse de su negocio principal y por el elevado precio que pagará por el mayor productor de semillas, se apoyará en la tecnología para mejorar la cosechas y aumentar la producción.
El consejero delegado de Bayer, Werner Baumann, se ha propuesto crear una potencia mundial de suministros agrícolas con la adquisición por 66.000 millones de dólares de su rival Monsanto, en un momento en el que el precio del cereal ha caído y se han reducido los costes de las semillas y de los pesticidas.
Sin embargo, Baumann cree que la recesión es temporal y que el clima favorable, que ha propiciado excelentes cosechas, será cosa del pasado. “En esta industria tenemos la hipótesis de que, tras el buen tiempo, siempre llegan rachas desfavorables”, asegura el ejecutivo.
Estas rachas conducirán a “cosechas normales o bajas”, a una oferta y una demanda más equilibradas y, en última instancia, al aumento del precio de los productos básicos. Puede que sea demasiado optimista. “El tiempo es lo más impredecible en nuestro sector y no se puede pronosticar a largo plazo”, afirma Allister Phillips de Phillips McDougall, una consultora de agroquímicos.
Otros opinan como Baumann. La esperanza de Bayer de que el ciclo agrícola mejorará “podría ser tranquilizadora”, apunta Markus Manns de Union Investment, accionista de Bayer.
Baumann, por su parte, tiene una perspectiva a más largo plazo, y prevé un escenario en el que la producción agrícola crecería un 60% para alimentar a una población de alrededor de 10.000 millones de personas en 2050. Con la unión de Bayer y Monsanto se podría conseguir este objetivo, confía el directivo.
Mientras algunos miran con escepticismo la adquisición, a otros les impresiona la visión de Baumann. “A corto plazo, Bayer no recibirá beneficios con la compra de Monsanto en lo que se refiere al flujo de fondos”, declara Christian Faitz, analista de Kepler Cheuvreux. “Pero Baumann no piensa en los próximos años, sino en las próximas décadas”, subraya.
La férrea convicción del consejero delegado de Bayer de que lo correcto es comprar Monsanto le ha ayudado a soportar una oleada de críticas. A los inversores, que provocaron que el precio de las acciones descendiese un 8% cuando en mayo se hizo pública la oferta inicial por Monsanto, les preocupa que la compañía haya pagado demasiado y que se desvincule del sector farmacéutico, su principal negocio.
Menos competencia
Los ecologistas, mientras, han criticado a Bayer por adquirir una compañía a la que describen como la encarnación del mal por ser pionera en los cultivos modificados genéticamente y en los “alimentos Frankenstein”. Por su parte, grupos de agricultores y políticos han expresado su temor ante la posibilidad de que, con esta compra, se pueda reducir la competencia y, en consecuencia, los precios de las semillas y los pesticidas se encarezcan.
Estas preocupaciones se han vuelto cada vez más acuciantes en vista de los otros grandes acuerdos que están remodelando el sector agroindustrial (la asociación de Dow Chemical con DuPont por 130.000 millones de dólares y la adquisición de la suiza Syngenta por parte de ChemChina por 44.000 millones de dólares). Estos grandes acuerdos reducirán de seis a cuatro el número de grupos internacionales en la industria.
Éste es el motivo de que los reguladores antimonopolio estudien las transacciones detenidamente, lo que supone un problema añadido para Bayer. En agosto, la Comisión Europea anunció que estaba investigando en profundidad el acuerdo entre Dow Chemical y DuPont.
Poco después, Syngenta admitió que su transacción con ChemChina no se cerraría este año, tal como se preveía, debido a la “excesiva cantidad” de información que exigían los reguladores.
Baumann no parece preocupado, ya que tiene claro que los reguladores no impedirán que Bayer se haga cargo de Monsanto. La compañía estadounidense tiene un valor de 66.000 millones de dólares, incluyendo su deuda. “Entre nosotros hay muy pocos solapamientos”, advierte el consejero delegado de Bayer. “No sólo nos complementamos en lo que respecta a la oferta de productos, sino también en términos geográficos”.
Además, con un presupuesto combinado para investigación y desarrollo de 2.500 millones de euros (el mayor del sector), aumentarán las posibilidades de innovar en lugar de reducirse, añade Baumann. Sin embargo, no cabe duda de que el problema que supondrían los obstáculos regulatorios está pesando sobre el precio de las acciones de Bayer, que han caído desde que en mayo se confirmasen los rumores de sus negociaciones con Monsanto.
“No estoy seguro de lo que compro con las acciones de Bayer. ¿Es un grupo farmacéutico o una empresa de investigación de cultivos?”, cuestiona Manns. Monsanto también cotiza actualmente por debajo de los 128 dólares que se ofrecen por cada acción de Bayer, lo que muestra el escepticismo que con el que se acogerá el acuerdo una vez se haya firmado.
Futuro del negocio
Otros factores que están en juego provocan que aumente la incertidumbre sobre el futuro del área farmacéutica de Bayer. Un potencial abandono de este negocio supondría un gran punto negativo para la compañía que inventó la aspirina y otros medicamentos modernos de éxito como el fármaco anticoagulante Xarelto.
“La gente cree que el pipeline de Bayer es relativamente débil”, declara Tim Jaksland, analista de Carmignac. “Puede que no sea lo suficientemente bueno para reemplazar la oferta actual”. Existe una especial preocupación por saber qué pasará en 2024, cuando expire la patente de Xarelto, añade el analista.
Baumann le resta importancia a estas incertidumbres. Gracias a Xarelto, al fármaco para la vista Eylea y a otros productos como el medicamento contra el cáncer Stivarga (que “tendrá mucha relevancia en los próximos años”), la división farmacéutico de la compañía ha logrado “un crecimiento fantástico”.
La empresa también tiene previsto lanzar al mercado otros seis productos (entre los que se incluyen fármacos para la insuficiencia cardiaca crónica, para enfermedades renales y para el cáncer de próstata), que “tendrán un potencial máximo de ventas de, al menos, 6.000 millones de euros.
Sin embargo, el consejero delegado de Bayer también reconoce que existen “algunos problemas”. En concreto que, “en los años posteriores a la compra de Monsanto, no contaremos con los medios financieros para realizar grandes fusiones o adquisiciones” en el sector farmacéutico.
La reducción del mercado de semillas genéticamente modificadas (un nicho que Monsanto ha dominado durante mucho tiempo) también podría suponer un contratiempo para Bayer. La plantación mundial de cultivos transgénicos cayó ligeramente en 2015 después de años de fuerte crecimiento y Phillips McDougal prevé que este mercado disminuya durante este año y el próximo, mientras que los precios de los cultivos seguirán siendo bajos. ¿Es posible que el mercado de productos transgénicos esté saturado?
Baumann cree que es un error centrarse en el negocio de los productos transgénicos de Monsanto. Y añade que “no le interesa impulsar una tecnología en particular”, sino combinar diferentes enfoques para lograr mejores cosechas.
Y pone sobre la mesa las posibilidades en mercados como China. Las autoridades han prohibido los cultivos transgénicos en el país, pero el acuerdo entre ChemChina y Syngenta podría fomentar estas tecnologías, opina Baumann. “Syngenta proporciona ese acceso, y toda la industria se beneficiaría de los cambios en la legislación”, agrega.
Financial Times
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