Estricto control lleva a eficientar producción ganadera en Canadá

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Canadá.- Los controles poblacionales del ganado vacuno incluyen el registro de cada uno de los individuos del hato desde el momento de su nacimiento. Esto ayuda a eficientar la producción y mantenerlos limpios de contaminación.

En medio de los procesos productivos emergen propuestas interesantes que buscan tener carne más sana, atendiendo para ello el sentir de los bovinos.

Un método interesante consiste en lograr que las reses que van a ser sacrificadas estén en las mejores condiciones, lo que es todo un tema de innovación en la industria.

La premisa de que “somos lo que comemos” lleva a cuidar los alimentos; se trata de una industria que cuida el bienestar de nuestros alimentos.

Cientos de vacunos son llevados diariamente a las matanzas antes de cumplir los dos años. El corporativo JBS es un ejemplo de esta actividad, donde destacan el interés de cuidar todos los detalles de la alimentación de nuestros futuros alimentos. La dieta se integra con granos quebrados para facilitar el consumo al ganado joven, después se varía esa condición, pero se conserva el balance nutricional que dará las características físicas a la carne y grasa, además de marcar el sabor.

El control que exige el país en materia de ganadería es mucho más completo que el que existe en algunos países para el registro de personas.

Ninguna res puede ser llevada al sacrificio sin saber sus antecedentes. El gobierno canadiense mantiene un control de los nacimientos de los vacunos y su posterior desarrollo, se les coloca un arete electrónico que permite su monitoreo.

Los productores en su mayoría tienen en promedio 50 cabezas de ganado, predominando la raza Angus. Son los proveedores de las engordas que tienen las diferentes empresas de matanza de res. Aquí no existe la importación de ganado en pie, todos nacen y se desarrollan en territorio de Canadá creando un círculo virtuoso de producción y calidad.

Son los mismos ganaderos los que se encargan de “aretear” con un dispositivo electrónico a las reses por conveniencia propia, de no ser así no podrán comercializar esas crías.

La imposición de esta medida permite un monitoreo permanente de la evolución que tiene el animal hasta el momento en que son sacrificados.

Los terneros debidamente “areteados” son vendidos por los productores a las engordas cuando apenas tienen 7 meses de edad y un peso promedio de 700 libras; éstos serán alimentados hasta los 18 meses, tiempo suficiente para duplicar su peso y llegar a alcanzar las 1400 libras.

Estas condiciones aseguran que la carne producida en este país tenga una calidad de excelencia, independientemente de cuál sea la empresa que la procese.

Los controles llegan hasta el punto en el que el gobierno y las empresas puede identificar –en caso de algún problema-, donde se procesó la carne, cuándo se sacó al mercado, de qué engorda procedía, de qué granja fue sacado el animal y hasta quiénes fueron los padres.

Un control de estas dimensiones reduce el riesgo prácticamente a cero en problemas de enfermedades o de contenido de toxinas.

 

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