Su nombre es Francisco Coloapa López, tiene 58 años como productor y transformador de amaranto, lo que le ha permitido sacar adelante a seis hijos y además tener una carrera como profesor de geografía.
Nos encontramos en Tulyehualco, en el cerro Teuhtli (que en náhuatl significa venerable Señor), en plena temporada de la cosecha del amaranto, considerado el cereal que más proteínas tiene y que fue llevado al espacio por primera vez por el astronauta mexicano Rodolfo Neri Vela, durante el vuelo orbital de la nave Atlantis, en 1985, y que muchos llaman el alimento del futuro.
Alto, robusto, sus manos rasposas, a Francisco es difícil adivinarle la edad. Él habla con gran orgullo de su actividad, que realiza mientras sube y baja con gran facilidad la cuesta de este cerro inclinado.
Con sus manos grandes, azota el amaranto, lo separa, obtiene la semilla y luego lo revienta, o tuesta, no sin remojar unos días antes para que se hinche un poco. Utiliza los utensilios que un día usaron los antiguos: comal de barro, escoba de varas, y un arnero de ayate. El olor exquisito se levanta…
Antes, se segó la planta de amaranto y se hicieron las gavillas para formar conjuntos de gavilla. Al último, queda la troje, que se usa para el forraje del ganado y de los animales que se usan para la yunta.
Sembró 3 hectáreas, de las cuales en la cosecha consiguió cerca de 22 costales, alrededor de tonelada y media.
-¿Sale para vivir?
“Pues sale el mismo gasto de trabajarlo, cosecharlo. Cuando ya se transforma y se industrializa, salimos un poquito ganando. Un 10 por ciento”.
Explica que la tonelada está barata por la competencia que provocan personas que no son productores, ni transformistas, sino que compran y revenden, y eso merma el precio.
Tulyehualco es el lugar donde tradicionalmente se siembra el amaranto. Pero su producción se ha extendido a otras partes de la capital y se está dando a conocer también en diversos sitios del país. En el extranjero, ya se conoce. Y si se quiere más, ya germinó y floreció en el espacio. Bueno, hasta se dice aquí que Japón lo quería patentar y que México se lo impidió.
Coloapa López cuenta que los olmecas descubrieron el amaranto, luego se dio a conocer con los incas, que tenían su propio tipo, y los mayas dieron otro. Dijo que sus proteínas y nutrientes les ayudaron a las enfermedades, para moldear figuras que ofrecían a los dioses en algunas festividades, y para darles de comer a los guerreros para reponer energías tras las batallas.
Cada vez se descubren más propiedades del amaranto, por eso es que ha crecido su conocimiento y utilización.
El paso del amaranto de un pueblo indígena a otro lo conoce Francisco porque dice que eso le contaron sus papás y a ellos los suyos, en una cadena oral que persiste hasta nuestros días. “Desde hace más de 60 años escuchaba a mis antepasados, mis bisabuelos, mis abuelitos.
“Ellos nos decían que los españoles trataron de extirpar nuestro amaranto porque era la forma de atacar a los pueblos aborígenes de nuestro país. Sin embargo, algunas personas tuvieron la precaución de guardar semillas. Duran 10, 15 años, actualmente a veces nosotros también lo hacemos y conserva sus proteínas y nutrientes”.
Precisamente de Tulyehualco y Xochimilco surgieron los alegrilleros, los vendedores de alegrías. Eso ayudó a que los pobladores de la región se ayudaran para el mantenimiento de sus familias.
En el cerro se abren diferentes brechas. En la que él trabaja hay 58 productores, pero hay otras con cifras parecidas.
Dice que el pueblo produce anualmente 60 o 70 toneladas en la zona cerril y contando a El elegido, que colinda con Tláhuac, unas 120.
De amaranto hay diversos productos, como palanquetas, galletas y desde unos cuantos años cerveza, dice por su parte Víctor Manuel Jiménez Argumedo, padre del inventor de esta bebida.
La invención es de Christian Jiménez Díaz, ingeniero biotecnólogo egresado del IPN, y nació en el 2014. Hoy, es una cooperativa familiar.
Hoy, producen 200 litros semanales, que significan alrededor de 6 mil cervezas, sin embargo para el a{o próximo buscan comercializarla a nivel nacional. Maneja cerveza clara, obscura, ambas de 5.5 grados de alcohol, y próximamente habrá una más obscura de 8 grados de alcohol. Tiene ya su código de barra y se llama Ara.
NTX
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