Bioplaguicidas para combatir langosta del desierto en África FAO

Los bioplaguicidas naturales ofrecen una alternativa más fiable y menos dañina para combatir los brotes de langostas del desierto que afectan a África, en lugar de usar plaguicidas químicos, además de que ofrecen una solución para tratar brotes en ecosistemas frágiles, señalaron expertos de la FAO.

“Hemos estado usando bioplaguicidas para luchar contra la langosta del desierto y son una herramienta excelente para tratar pequeños grupos iniciales antes de que formen bandadas enormes”, indicó Keith Cressman, especialista en langostas de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura.

“Se trata de un insecto que se multiplica 20 veces cada tres meses con cada nueva generación, por ello es fundamental que nos concentremos más bien en intervenciones que puedan alterar el ciclo de reproducción. Recurrir a una herramienta ecológica eficaz que agricultores y gobiernos puedan utilizar en cualquier entorno tiene sentido en este momento”, señaló.

De acuerdo con un reporte de la FAO, los bioplaguicidas readaptan los propios instrumentos de la naturaleza y los utilizan contra las plagas. Los microbios son un conjunto muy conocido de herramientas biológicas y “los de la familia Metarhizium acridum han demostrado su eficacia en la lucha contra las langostas, matándolas en tan solo una o dos semanas”.

“Una ventaja importante de los bioplaguicidas es que están diseñados para afectar solo a tipos concretos de insectos. Eso significa que usarlos para luchar contra la langosta del desierto no afecta a otros insectos, que podrán seguir polinizando plantas y apoyando al ecosistema local con normalidad”, aseguró la organización.

Además, no dañan la flora y fauna silvestres ni tienen efectos negativos para las plantas, ya que pueden utilizarse en reservas naturales, humedales y otras zonas con masas de agua.

“Muchos agricultores están acostumbrados a comprar un plaguicida químico que pueden utilizar contra múltiples plagas a lo largo del año”, refirió Alexandre Latchininsky, experto en langostas de la FAO especializado en opciones de lucha.

“Con los bioplaguicidas los agricultores tienen que comprar distintos tipos de productos para luchar contra plagas diferentes, de modo que se exige un cambio de costumbres. Además, los bioplaguicidas son más complicados de usar en lo que respecta a su transporte, almacenamiento y combinación”, puntualizó.

La FAO solicitó a principios de este mes 900 millones de dólares para ayudar a 43 millones de personas que dependen de la agricultura en África y están en riesgo de sufrir inseguridad alimentaria.

Aseguró que la atención mundial está centrada en los enjambres de langostas del desierto que atacan los cultivos; entre los países que se encuentran afectados están Burkina Faso, Chad, Etiopía, Libia, Myanmar, Siria, Yemen, Sudán del Sur, Tanzania y Uganda.

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