Brasil está probando una variedad de trigo modificado genéticamente, con mayor tolerancia a la falta de agua, en un intento por incrementar la producción doméstica del cereal en momentos de una oferta global reducida.
La decisión es la más reciente señal del creciente interés internacional en trigo con mayor tolerancia a las sequías, a medida que condiciones más extremas vinculadas al cambio climático incrementan el riesgo de hambrunas en el mundo.
Un funcionario de la agencia estatal de investigación en cultivos Embrapa dijo a Reuters el viernes que se ha asociado con la compañía argentina Bioceres, que ya ha desarrollado una variedad de trigo transgénico que puede tolerar condiciones secas.
La producción de los otros dos principales cultivos del país, soja y maíz, se realiza predominantemente con semillas transgénicas, pero consumidores en el pasado se han opuesto al uso de esta tecnología en el trigo ya que es consumido directamente por humanos, en vez de ser usado como alimento para animales.
Australia y Nueva Zelanda aprobaron el mes pasado la venta y uso de alimentos que contienen trigo HB4 de Bioceres.
El testeo del cultivo por parte de Brasil no ha sido reportado anteriormente. Bioceres declinó hacer comentarios.
Embrapa recibió la aprobación de la agencia de bioseguridad brasileña CTNBio en marzo, el mes en que se empezó a sembrar trigo en campos de experimentación cerca de Brasilia, en la región Cerrado -ubicada en el centro-oeste del país-, donde normalmente se siembra soja y maíz, dijo a Reuters Jorge Lemainski, titular de investigación de trigo de Embrapa.
Lemainski afirmó que la agencia reportará en agosto cómo creció el trigo transgénico bajo observación en la región de Cerrado.
La siembra experimental comenzó inmediatamente tras la invasión de Ucrania, un exportador mundial clave de cereales, que hizo que los precios del trigo se disparasen a niveles casi récord.
Brasil es un exportador mundial clave de soja, pero un importador neto de trigo. Cerca del 90% del trigo producido en Brasil crece en el sur del país, donde las condiciones son más húmedas. Sembrar trigo al norte podría hacer crecer con fuerza el volumen del cereal producido en el país.
Una encuesta reciente mostró que más del 70% de los consumidores en Brasil dijo que consumiría trigo modificado genéticamente, una muestra de que la resistencia a cultivos transgénicos está disminuyendo.
Al Gobierno del presidente Jair Bolsonaro, un aliado del poderoso sector agropecuario del país, le gustaría reducir la dependencia de Brasil de las importaciones de trigo argentino e incrementar sus propias exportaciones del producto.
Cualquier tipo de siembra comercial de trigo transgénico se encuentra a unos cuatro años de distancia, a la espera de resultados de plantaciones piloto y aprobaciones regulatorias, dijo Lemainski.
“Una cosa es investigar y otra cosa es hacer agricultura extensiva”, señaló.
Intentos previos de desarrollar trigo transgénico han sido problemáticos.
La compañía Monsanto suspendió planes de desarrollar el producto en Estados Unidos en el 2004 debido a la incertidumbre respecto de un rechazo de importadores al cereal y temores de que las plantas de prueba terminaran contaminando la cadena de alimentos.
Japón dejó de comprar trigo de Canadá en el 2018 después de que granos que contenían un rastro transgénico fueron descubiertos en la provincia de Alberta.
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