La Paz, Baja California Sur.- La Jatropha curcas es una planta nativa del sureste mexicano, tiene alrededor de tres mil 500 especies agrupadas en 210 géneros y está distribuida en 28 estados del país. La semilla o grano de la planta es cosechado para extraer aceite, que es transformado en biocombustibles de alta calidad. Llega a vivir hasta 40 años, produciendo semillas. Absorbe grandes cantidades de dióxido de carbono (CO2), que contribuye a la mitigación de gases de efecto invernadero en la atmósfera; además, no compite por tierras de cultivo con alimentos agrícolas.
Los científicos del Centro de Investigaciones Biológicas del Noroeste (Cibnor) afirman que está muy bien adaptada a condiciones adversas de salinidad, escasez de agua y suelos áridos, propias del noroeste de México. También le atribuyen otras propiedades que tienen aplicación en sistemas sustentables de producción de alimento, en particular, en la industria de acuicultura de peces y camarones.
El doctor Daniel Lluch Cota, director general del Cibnor y miembro nivel I del Sistema Nacional de Investigadores (SNI) del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), mencionó que estas características hacen del cultivo de jatrofa una alternativa económica para los productores agrícolas del noroeste de México, que potencialmente puede integrarse en la Estrategia Nacional de Energía, que establece la generación eléctrica a partir de energías limpias, con la que pretenden impulsar la transición del uso de combustibles fósiles hacia el uso de biocombustibles.
Los investigadores, en conjunto con productores agrícolas de Baja California Sur, desarrollan cultivos experimentales de Jatropha curcas para establecer bases científicas y tecnológicas que permitan una producción sustentable de biomasa, para la generación de bioturbosina en zonas áridas.
“En Cibnor, participamos en la Estrategia Nacional de Energía con la investigación de Jatropha curcas, que es una planta que resiste muy bien las condiciones áridas y se puede producir, como lo vamos a hacer aquí, con aguas residuales. El cultivo no es apto para consumo humano directo, produce una semilla que tiene un contenido alto de aceite y que se puede transformar en bioturbosina, es decir, podemos usarlo como parte del biocombustible de los aviones. Esto le permitirá al país cumplir compromisos internacionales en materia de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero”, afirmó Lluch Cota.
El doctor Juan Ángel Larrinaga Mayoral, director del proyecto e investigador titular del Cibnor, mencionó que están desarrollando el manejo tecnológico intensivo de los cultivos, potencializando los recursos naturales y condiciones ambientales propias de la región.
“El objetivo de las plantaciones experimentales es la producción de biomasa de aceite de la Jatropha curcas para la producción de biocombustibles y desarrollar tecnología que nos permita implementar sistemas de producción sostenible”, afirmó Larrinaga Mayoral.
“Estaremos buscando la estandarización de la tecnología que resulte de estos cultivos experimentales, para poder integrar a más productores en un plan de reconversión productiva del campo sudcaliforniano y de otras zonas áridas de México, que han sido abandonadas por no presentar una productividad de alimentos rentable en la agricultura convencional”, continuó.
Los campos experimentales están ubicados en las localidades de Los Planes y Ejido El Centenario, en el municipio de La Paz; y en el Ejido Zaragoza, en el municipio de Comondú, Baja California Sur, con una superficie de cultivo de veinte hectáreas.
Las plantaciones serán regadas con aguas negras o grises procedentes de plantas de tratamiento de aguas residuales de las ciudades próximas a los campos. De esta manera, con los adecuados niveles de nutrientes que poseen las aguas grises, las tierras infértiles por causa de fenómenos como la desertificación y el cambio climático volverán a producir materia vegetal.
Adecuación de los cultivos a las condiciones ambientales
Para el manejo del cultivo experimental integrarán láminas de riego, que es el espesor de la capa de agua con la que quedaría cubierta la superficie de tierra, en función de la lámina de evaporación, una fracción de reserva de agua útil a los efectos de evaporación, que monitorearán a través de estaciones climatológicas.
Los factores de reposición serán de 100, 80 y 60 por ciento de la lámina, que estarán perdiendo en agua. Asimismo, la densidad de plantas por unidad de área la determinarán con marcos de plantación de tres por tres metros, tres por dos metros y tres por un metro y medio, para encontrar el marco óptimo de plantación.
“En estos esquemas manejaremos el cultivo, porque queremos encontrar cuál es la mínima cantidad de agua que permite establecer cosechas aceptables del cultivo que estamos estableciendo. Estas técnicas de manejo nos permitirán potenciar las producciones de jatrofa, que esperamos tener en un ciclo máximo de un año”, señaló Larrinaga Mayoral.
Los investigadores, con base en estudios previos, estiman que la producción por hectárea será de alrededor de seis toneladas de semilla y de estas extraerán alrededor de tres toneladas de aceite por temporada.
“En la producción de bioenergéticos, estos suelos se vuelven una alternativa real para volverlos a utilizar con este tipo de tecnologías: sistemas de riego presurizado, alta tecnificación de manejo integral para contrarrestar los procesos de desertificación, control de plagas y alta densidad de población, porque en el desierto tenemos un factor abundante, que es la energía solar. En este concepto, esta energía es almacenada en los aceites que vamos a producir, para ser liberada una vez que se transforme en bioturbosina para los motores a combustión”, aseveró Larrinaga Mayoral.
Desarrollo económico y social en comunidades rurales
El cultivo de la Jatropha curcas es una potencial alternativa de desarrollo económico y social en comunidades rurales de Baja California Sur, que al transcurrir el tiempo sufrieron la desertificación de sus campos agrícolas.
Para Rafael Sánchez Cruz y su familia, productores agrícolas del Ejido El Centenario, que han presenciado la degradación de suelos de sus tierras de cultivo y a pesar de tener acceso a aguas tratadas, veían sus esfuerzos productivos infructuosos, porque el agua no era apta para todo tipo de cultivo, las plantaciones experimentales de Jatropha curcas representan una actividad productiva que, a la postre, puede detonar económicamente sus comunidades.
“El proyecto de cultivo de jatrofa lo conocimos por ingenieros del Cibnor y nos interesó mucho, porque es innovador y oportuno, con la ola de producción de biocombustibles que están dándose en la sociedad”, mencionó Sánchez Cruz, que además está estudiando la ingeniería en fuentes de energía renovable, incentivado por el proyecto que ha acuñado su familia, en conjunto con los expertos del Cibnor.
“De la plantación que estamos llevando a cabo en el ejido, espero tener experiencias nuevas y obtener buenos resultados, que sea un pilar para los nuevos proyectos y a futuro se puedan utilizar las tecnologías que vamos a desarrollar en este cultivo”, continuó Sánchez Cruz.
Los investigadores concluyen que el éxito o no del proyecto de Jatropha curcas representa la posibilidad de abrir tierras infértiles bajo esquemas sustentables, en los que además se integren otras actividades productivas, desde la apicultura en las plantaciones, hasta la lombricultura y la elaboración de alimento para uso en granjas de camarón, con los desechos de la cosecha de la semilla de la jatrofa, que permita mejores oportunidades de desarrollo para las familias en el campo mexicano.
Agencia Informativa Conacyt