La investigadora de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), Mariela Hada Fuentes Ponce, afirmó que un agrosistema de nopal tiene el mismo potencial de captura de dióxido de carbono (CO2) que un bosque de pino y encino en la región de Milpa Alta, en la Ciudad de México.
La académica del Departamento de Producción Agrícola y Animal de la Unidad Xochimilco, precisó que además de contribuir a la producción de alimentos, este tipo de cultivos brinda servicios ecosistémicos.
Fuentes Ponce manifestó que el cambio climático intensifica las lluvias, sequías y heladas a causa del incremento en las emanaciones de gases de efecto invernadero, así como los suelos rurales tienden a perder carbono orgánico, lo que desencadena en gran medida al aumento de emisiones CO2 a la atmósfera.
La investigadora refirió que en los sistemas agrícolas este gas tiene como origen la elaboración de agroquímicos, la quema de residuos de cosecha, el uso de tractores, y la respiración de las plantas, constituidas básicamente de carbono, que al igual que otros seres vivos al morir se incorporan a la tierra y se convierten en materia orgánica.
“La cual se mineralizará y emitirá CO2 al ambiente si nosotros movemos mucho el suelo”, destacó la integrante del equipo de científicos que obtuvo el Premio a la Investigación 2019, en el Área de Ciencias Biológicas y de la Salud, que otorga la Casa abierta al tiempo.
Fuentes Ponce indicó que un manejo agrícola racional y más pensado ayudaría a la conservación del carbono por más tiempo en el suelo como materia orgánica estable, en vez de convertirlo nuevamente en dióxido de carbono.
Sin embargo, la agricultura convencional ha provocado el incremento de la dispersión de contaminantes y ahora aporta 25 por ciento de CO2 al planeta; en el caso de México, este sector contribuye con más de seis por ciento.
En la investigación Cultivo de cactus como una opción para reducir las emisiones de C-CO2 en un suelo con baja fertilidad, desarrollado en la alcaldía de Milpa Alta, el grupo de investigadores de la UAM comparó los patrones de proyección de CO2 y el carbono orgánico total (TOC) en una zona montañosa del centro de México.
La doctora en agronomía por el Colegio de Postgraduados expuso que el bosque de pino-encino mostró dispersiones estables de C–CO2 durante todo el año; en los campos de maíz fueron inestables, con varios picos de respiración, mientras que en el caso del nopal hubo un patrón muy cercano de respiración al forestal.
“Por primera vez se evidenció que el carbono orgánico del suelo en zonas sembradas con nopal se acerca a la línea de referencia del terreno de bosque –6 por ciento– y que el cultivado con maíz de manera convencional presentó 50 por ciento de este valor –2 por ciento–”, anotó.
La investigadora puntualizó que la cactácea brinda una opción de bajos insumos para reducir la propagación de C–CO2, además de que amplía la captura de carbono en tierra agrícola con disminución de la fertilidad.