Con la llegada del mes de mayo concluye la temporada del melón en los valles de Huetamo, se despachan los últimos cargamentos de la fruta de exportación y se suspenden las labores sobre los extensos campos de siembra y cosecha melonera en la cuenca media del Balsas. Los jornaleros de los estados de Guerrero e Hidalgo regresan a sus territorios, en tanto que los productores ahora sembrarán sorgo hasta septiembre y octubre, para de nueva cuenta dar paso al siguiente proceso melonero que abarca seis meses del año.
Una gran parte de los jornaleros del melón regresarán a la zona de la Montaña de Guerrero, en especial a Metlatonoc, municipio considerado como uno de los más pobres del país con altos índices de migración.
Estos jornaleros estuvieron durante meses trabajando en la franja agrícola que va desde Tziritzícuaro, “Puertas Cuatas”, Arroyo Seco, La Quetzería, San Jerónimo, Ojo de Agua y Estimucha. Sobre ese fértil campo agrícola regado por las corrientes del Balsas se siembran cientos de hectáreas de melón chino y cantalup, por lo que cada año llegan a la región los “chilapeños” o los “chilapos”, como se les llama de forma despectiva a los emigrados del municipio de Chilapa, Guerrero. También llegan jornaleros de la Huasteca hidalguense, a quienes se les conoce como los huastecos. Es esta gente, de procedencia indígena y humilde, la que cada año trabaja en la limpia, siembra y cosecha del melón en este municipio.
Cabe mencionar que las migraciones meloneras se dan con el arribo de cientos de jornaleros que llegan con sus familias a puntos como “Puertas Cuatas”, San Jerónimo y Tziritzícuaro, y se instalan por espacio de seis meses, aunque ahora los tiempos han cambiado y los empresarios deciden contratarlos por tiempos cortos, según la oferta y la demanda de la fruta, sin considerar las implicaciones económicas que ello tiene para los jornaleros.
El Cambio Michoacán