En la producción de algodón una de las limitantes más importantes para su desarrollo son las plagas, las cuales pueden dañar a las plantas desde antes de su emergencia hasta cerca del período de cosecha. En México, derivado de las investigaciones relativas a las plagas del algodonero, se ha determinado que los principales problemas fitosanitarios son el gusano tabacalero (Heliothis virescens), gusano bellotero (Heliothis zea), picudo del algodonero (Anthonomus grandis) y el gusano rosado (Pectinophora gossypiella), razón por la cual se encuentran sujetas a control oficial.
El gusano rosado no es originario de América, ingresó a México en 1911 y es una de las plagas más destructivas del algodonero en América, Asia y África, de no combatirse puede dañar del 20 al 40% de las bellotas, ya que la larva destruye las semillas y la fibra, provocando la inutilización de ésta para su comercialización. Por su parte, el picudo del algodonero es una plaga nativa de México, provoca pérdidas hasta del 100% en el rendimiento de fibra, asimismo, su control puede representar más del 40% de los costos de producción.
La campaña contra plagas reglamentadas del algodonero opera en los estados de Baja California, Chihuahua, Coahuila, Durango, Sonora y Tamaulipas, en donde se realizan acciones de exploración (mapeo), muestreo, trampeo y control cultural, control etológico, control autocida y control químico, así como actividades de capacitación, divulgación y supervisión. Durante 2012 se cuenta con una estructura operativa de 116 técnicos, entre los que se encuentran coordinadores de campaña, profesionales fitosanitarios y auxiliares de campo.
El objetivo de la campaña es determinar las poblaciones de gusano rosado y picudo del algodonero mediante muestreo y trampeo, a fin de proceder a aplicar medidas de control oportunas, de tal manera que no se tengan pérdidas en el rendimiento, y al mismo tiempo, continuar con la supresión de las plagas antes referidas.
Los impactos que ha tenido la campaña se encuentra la supresión del gusano rosado en el estado de Chihuahua en 2010, resultado que se refrendó en 2011, siendo un logro sin precedentes e histórico para nuestro país en materia de fitosanidad, pues por primera vez se alcanzaba la supresión de esta plaga en una región del territorio nacional. En Baja California las capturas han disminuido 99.98% y desde 2010 no se detecta la presencia de larvas, mientras que en el Norte de Sonora (San Luis Río Colorado, Caborca y Sonoyta) las capturas se han reducido en 99.97% y en 2011 no se encontraron larvas durante los muestreos realizados. Respecto a picudo del algodonero, en Chihuahua se alcanzó la supresión en las Regiones de Ascensión y Juárez, las cuales incluyen 10 municipios en donde en los últimos dos ciclos agrícolas se han sembrado más de 50,000 hectáreas y en las Regiones de Ojinaga y Meoqui la incidencia de la plaga ha disminuido 98%. En el Valle de Mexicali, B.C. y Norte de Sonora, no se tienen detecciones desde hace más de 18 años.
Debido a la reducción en los niveles de incidencia de las plagas atendidas, se han dejado de aplicar aproximadamente 1.3 millones de litros de insecticidas para el control del gusano rosado y el número de aplicaciones por ciclo agrícola contra picudo del algodonero se ha reducido a menos de 3 en las regiones con presencia.
En el período 2007-2012 se ha hecho una inversión federal de 193.2 millones de pesos. Dejar de realizar acciones traería como consecuencia un incremento en los niveles de infestación del picudo y gusano rosado, aumento en los costos de producción, mayor uso de insecticidas y pérdidas en el rendimiento y calidad de la fibra. De acuerdo a las estadísticas del SIAP, en el 2011 se sembraron cerca de 198 mil hectáreas de algodonero en México, superficie que no se establecía desde 1996 y que generó más de 21 millones de jornales directos e indirectos. En la superficie antes citada se obtuvieron aproximadamente 746 mil toneladas de algodón en hueso y cuyo valor de dicha producción superó los 7,000 millones de pesos (SIAP, 2011). Es importante destacar que la superficie sembrada se ha incrementado notablemente en los últimos años en nuestro país, debido a los altos precios en el mercado internacional y gracias a la mejora del estatus fitosanitario del gusano rosado y picudo del algodonero.
Es un insecto de orden lepidóptero (mariposas y polillas). El gusano rosado (Pectinophora gossypiella) es una plaga importante del algodón, debido al comportamiento característico de las larvas jóvenes, que penetran y permanecen en las bellotas. Las larvas atacan botones, flores y bellotas. Los daños los produce en esta última etapa del órgano floral, en donde vive internamente alimentándose de la fibra del algodón, produciendo fibra manchada y la destrucción de la semilla.
Cuando se desarrollan en botones tienden a desplazarse de uno a otro botón luego de consumir el interior de los mismos. Cuando el botón está por abrir, une los pétalos en formación de modo que la flor abre normalmente constituyendo la característica flor en roseta. Los botones y flores afectadas tienden a caer al suelo, pero un buen número de flores arrosetadas forman bellotas.
Debido a la importancia económica del algodón, a través de la Campaña de las plagas reglamentadas del algodonero, se llevan a cabo diversas actividades como la vigilancia epidemiológica, que consiste en el trampeo y muestreo, ambas estrategias para detectar la plaga con antelación y evitar una propagación mayor, en caso de riesgo se llevan a cabo el control cultural, rotación de cultivos (algodón-sorgo), control etológico, biológico, legal, con OGM’s y químico.
Se trata de un insecto de la familia de los coleópteros (escarabajos). Los coleópteros tienen las piezas bucales de tipo masticador y las alas delanteras (primer par de alas) transformadas en duros escudos, llamados élitros, que forman una armadura que protege la parte posterior del tórax, incluido el segundo par de alas, y el abdomen.
Los adultos, hembras y machos, perforan botones florales y bellotas del algodón para alimentarse; la hembra después del periodo de preoviposición realiza una perforación con las mandíbulas y coloca sus huevos dentro de botones florales de 7 mm de diámetro, o cuando éstos escasean deposita sus huevos en bellotas recién formadas, posteriormente tapa el orificio con una sustancia pegajosa de color blanco lechoso, secretada por las glándulas accesorias (Norato, 2005; Alonso, 1983; Pacheco, 1985). No obstante, el daño económico lo efectúa el estadio larvario al alimentarse de las anteras, polen o fibra de las semillas en formación (Martínez et al., 2002; Ávila y Terán, 1993). Los cuadros dañados y bellotas pequeñas se caen; las bellotas grandes permanecen en la planta, pero son de mala calidad.
Es por ello que a través de la Campaña de las plagas reglamentadas del algodonero, se llevan a cabo diversas actividades como la vigilancia epidemiológica, que consiste en el trampeo y muestreo, ambas estrategias para detectar la plaga con antelación y evitar una propagación mayor, en caso de riesgo se llevan a cabo el control cultural, desvare, barbecho, defoliación, trampeo, control biológico, legal y químico.