La introducción del monocultivo y el uso indiscriminado de agroquímicos afectó el suelo mexicano, y también ocasionó la pérdida de variedades nativas de maíz.
Pérdidas que han sido documentadas ampliamente, como en el estudio “Estado de emergencia para el maíz mexicano”, que encontró efectos importantes en el sistema milpa, base fundamental de la alimentación desde las épocas prehispánicas, destacó la docente investigadora de la Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas (Unicach), Susana del Carmen Bolom Martínez.
“Este estudio demostró la dramática reducción de la biodiversidad en la milpa, porque hasta el año 1960 se encontraban hasta 32 diferentes plantas en una milpa de tres hectáreas, mientras que ahora las variedades se redujeron a ocho”.
Para la especialista en temas de alimentación, esto se traduce en una pérdida de opciones de alimentación y nutrición, que anteriormente estaban disponibles a lo largo del año “que nos permitían tener vitaminas, minerales y proteínas de buena calidad”.
México, como origen del maíz, está en medio de una batalla que libran organizaciones defensoras del grano nativo, que también está en riesgo de perderse por la introducción de variedades híbridas y transgénicas “que han contaminado el grano nativo”, aseguró.
En parte, esto ha ocurrido porque acuerdos comerciales como el Tratado de Libre Comercio con América del Norte (TLCAN) privilegian los factores económicos por encima de los ambientales y sociales, como en este caso que la milpa fue objeto de una agresión con el uso de agroquímicos para favorecer el monocultivo, lo que erosiono fértiles extensiones de suelo.
“No sólo cambiaron los tipos de semillas que los abuelos guardaban e intercambiaban, sino que impusieron una forma de siembra en la que no tomaron en cuenta las opiniones de los campesinos, a quienes entregaron paquetes de fertilizantes para cosechar maíz, la mayor cantidad de maíz posible, sin tomar en cuenta los efectos a largo plazo”.
Uno de estos es que la milpa, que permitía el crecimiento de otras plantas, se redujo y con ello la pobreza alimentaria de las comunidades campesinas creció, porque algunas variedades dejaron de sembrarse o difícilmente crecen en los suelos actuales.
“Hemos visto esto en chiles, variedades de maíz y plantas que conformaban la dieta tradicional, y que estaban aquí desde siglos, pero en algunos casos las hemos extinguido en un periodo muy corto”.
Bolom apuntó a que esta discusión está nuevamente ausente en las negociaciones que mantiene México con Estados Unidos y Canadá, con quienes busca competir en producción dejando fuera a sus principales actores: los hombres y mujeres del campo.
Esta pérdida de riqueza, también agravada por el cambio en el uso de suelo, tiene efectos en los mexicanos actuales, que han adoptado dietas monótonas y pobres en vitaminas, proteínas y nutrientes, que la dieta tradicional ofrecía todo el año, y que podrían explicar el aumento de obesidad entre la población.
“En las ciudades podemos hablar de una situación más difícil, porque ante la imposibilidad de tener un espacio para sembrar, están en permanente inseguridad alimentaria, por eso los movimientos que han surgido para tener huertos urbanos intentan que la población siembre cuando menos plantas y verduras de uso frecuente”.
En opinión de la investigadora el TLCAN empobreció el campo mexicano, y sus efectos podrían ser más profundos si en la negociación no se privilegia la soberanía alimentaria, que permitiría a las comunidades tener la libertad de sembrar con sus sistemas tradicionales y los productos que la población requiere.
NVI Noticias