La mandarina (Citrus reticulata) es muy parecida a la naranja, pero más pequeña y de forma esférica, contiene una pulpa dulce y jugosa que se divide en 10 ó 12 gajos; es considerada una de las frutas más preciadas por sus múltiples propiedades culinarias, cosméticas y medicinales.
En la gastronomía, la cáscara de la mandarina se usa para saborizar gelatinas, caramelos, gomas de mascar, panes, bebidas carbonatadas y licores, de igual forma, se emplea en la elaboración de aceites con los que se sazonan las ensaladas, carnes, pescados y mariscos.
Con el aceite de mandarina se elaboran cosméticos para proteger la piel y de forma natural disminuir las manchas solares, así como para evitar el envejecimiento prematuro y la aparición de arrugas.
Por otro lado, el alto nivel de nutrientes de la mandarina nos protege contra problemas cardíacos, infecciones, anemias, alergias, diabetes y varios tipos de cáncer. Asimismo, contribuye a combatir el colesterol, estreñimiento, presión arterial, deshidratación, obesidad y estrés.
Entre los beneficios del consumo de mandarina están:
- Las mandarinas producen sinefrina que frena la producción de colesterol en el cuerpo.
- Los médicos han descubierto que el consumo de mandarinas baja el nivel de insulina, por lo que el azúcar no se almacena ni convierte en grasas, se transforma en energía que lleva a la pérdida de peso.
- Las mandarinas tienen propiedades antimicrobianas que evitan que las heridas se infecten y evitan los virus, hongos e infecciones bacterianas.
- Es un dato bien conocido que los cítricos son muy buenos para la piel y la mandarina no es la excepción.
- El aceite de mandarina es útil en el crecimiento de nuevas células y tejidos. Esto ayuda en la curación de las heridas más rápido.
En México, la producción anual de mandarina en 2016 fue de casi 270,000 toneladas, siendo los estados de Veracruz, Puebla y Nuevo León los principales productores de este fruto que se cosecha entre los meses de octubre y diciembre, época durante la cual ofrece mayor rendimiento y calidad.