Nochixtlán, Oaxaca.- Si algo tiene el productor Jesús Jiménez Velasco es conocimiento y precisión para trabajar la misma tierra que desde hace 44 años sembró su padre, Jorge Jiménez Viazcán.
Destinar 17 hectáreas a la siembra de maíz híbrido que creció con el agua de riego y otras diez de maíz criollo que regó la lluvia de temporal, le permite experimentar y confirmar cómo se logra elevar los niveles de productividad.
Con una mazorca recién cortada, hace los cálculos de rendimiento. Primero la pesa, sabe que de ahí obtendrá 200 gramos de granos.
“Si tengo 35 mil mazorcas por hectáreas, ya son 7 toneladas. Si tengo otras 30 mil que pesan cien gramos, ya tengo las diez toneladas, pero si yo tuviera las 65 mil de 200 gramos, llegamos a las 13 toneladas”, analiza antes de levantar la cosecha, un proceso que sólo le demorará dos días.
Y todavía hay una posibilidad más alentadora. Si siembra 80 mil plantas en una hectárea y con las pérdidas logra mantener 70 mil plantas útiles de un peso promedio de 200 gramos, puede obtener hasta 14 toneladas.
Sembrar a tiempo
Hace memoria: Al cultivo de punta de riego se dedicó entre el 15 de abril y el 15 de mayo de 2017. Justo al terminar empezó a sembrar diez hectáreas de temporal, la labor concluyó el 1 de junio.
Si sembraba después, las heladas de inicio de diciembre le afectarían al cultivo y él es de los productores que no corre riesgos.
Y hace cuentas: Entre la semilla, el fertilizante, la mano de obra y las dos veces que regó su cultivo con riego, invirtió 8 mil pesos. Falta integrar el gasto de levantar la cosecha.
Ocho meses después ha visto que, cuando mucho, en una hectárea tuvo una pérdida del 15 por ciento de semillas, pero han salido 65 mil mazorcas últiles que le auguran una cosecha de hasta 13 toneladas en riego y 8 toneladas en temporal.
Poco, pero aún así mucho
Armando Rodríguez Pérez, productor de maíz y cebada en San Juan Sayultepec, desearía acercarse a los mismos resultados que alcanzó Jesús, pero sólo logró seis toneladas por cada una de las diez hectáreas.
“Es un rendimiento bajo, lo ideal deberían ser 10 toneladas por hectáreas”, como lo logró en 2014. pero en mayo de 2017 varias plagas, como el gusano cogollero que prolifera con las altas temperaturas, se lo impidió.
La plaga y el potencial
“Logramos controlarlo, pero eso hizo que se retrasara la producción del maíz unos 15 días que tardó en recuperar su nivel de crecimiento”, explica.
Son esos insectos a nivel de suelo, como el gusano alfilerillo cuando es larva o diabrotica en su etapa adulta, que coincidieron con las primeras lluvias de 2017, una plaga que desde hace diez años ataca esta zona de la mixteca y limita hasta un 60 por ciento el rendimiento por hectárea.
¿Cómo lograrlo?
Aún así sabe que en la mixteca “tenemos el potencial para tener altas producciones de maíz”, pues existen “buenos suelos y altos materiales genéticos, agua, equipo mecánico como cosechadoras”.
Lo que cada productor debe hacer es “aprovechar” esa oportunidad y resolver el aspecto económico: “hacer una siembra en tiempo, en forma, adecuada, bien hecha, pausada, con el número de semillas indicadas, el material genético recomendado, adquirir los insumos agrícolas y aplicarlos en el momento justo”.
Él ve en el Valle de Nochixtlán los suelos benéficos para la actividad agrícola con riegos de auxilio a través de pozos de absorción que no los supedite al riego de temporal, porque “el maíz es uno de los cultivos más exigentes de la región”.
Los contrastes
Eso lo sabe Raúl López Rodríguez, productor para quien el ciclo pasado destinó cinco hectáreas de las 30 que posee en el municipio de San Antonio Perales, pero de las cuales sólo pudo obtener tres o cuatro toneladas de maíz criollo.
Su problema, lo sabe, radicó en depender del riego de temporal. Si sembró tarde es porque el agua no llegaba y cuando lo hizo, fue con tanta abundancia que las milpas no habían crecido lo suficiente para beneficiarse de ello.
Como un lamento de no dominar las artes adivinatorias se critica a sí mismo: “De haber sabido que llovería más que otros años hubiera optado por el híbrido”, pero ese tipo de semilla la dejó de utilizar por la falta de lluvias abundantes y un sistema de riego que duplicará su producción.
Hacer producir la buena tierra
La tierra que suelen poseer los productores de la zona es abundante, pero “no la hacemos producir, buscamos siempre un culpable como el clima, si no es la sequía, la lluvia, la helada, nos falta capitalización y cultura de aprovechamiento”.
Comparado con los 800 kilos que campesinos llegan a producir por hectárea, él mismo se consuela y vuelve a ser crítico: “no queremos hacerlo bien, hay muchas hectáreas en las que sólo vemos zacate”.
Lo que menos quiere ver en sus cultivos Jesús es zacate sin mazorca, por eso sabe que lo logrado en el ciclo que recién concluye debe mejorarse. Una alta producción depende de conjugar todos los factores con precisión.
NVI Noticias