Fundación para el Desarrollo Rural: 52 años de mirar al campo

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“Miren del otro lado de la cerca, salgan de las cuatro paredes de sus oficinas y vean lo que pasa en el campo”, fueron las palabras que inspiraron a un grupo de empresarios para crear la Fundación Mexicana para el Desarrollo Rural.

Así, un grupo de industriales encabezados por Lorenzo Servitje inició un proyecto de ayuda solidaria a las comunidades rurales de Tziritzicuaro y Tiripetío, en Michoacán, y posteriormente, con la ayuda del Banco Nacional de México, formaron el “Club de Avales”.

De esta manera, los empresarios fungían como responsables de los préstamos que la institución otorgaba al campo, “nunca tuvimos que pagar, pues los campesinos cumplieron con su trabajo”, afirma Servitje Sendra, fundador y presidente vitalicio de la institución.

“Como toda organización, con el paso de los años la fundación tuvo épocas buenas y malas, con éxitos”, abunda el empresario en el libro editado en 2013, con motivo del 50 aniversario de la fundación.

En la actualidad, dicha asociación ha atendido a más de 500 mil familias, vía la promoción de su desarrollo integral y humano a través de un modelo que combina tecnología, comercialización y educación social para las personas.

Después de 52 años de funcionamiento, la institución trabaja en tres programas de alto impacto, tales como Educampo, En Pro de la mujer y Sembrando Salud.

La directora de Relaciones Institucionales, Fabiola Acosta Manning, menciona que bajo estos modelos la Fundación promueve el incremento en la productividad y el desarrollo humano de los pequeños productores y de sus familias de manera integral.

En entrevista con Notimex, la directiva también anunció que la asociación cambiará su nombre por el de uno de sus modelos insignia, Educampo, el cual “habla perfectamente de lo que hace la fundación, que es precisamente educar en el campo de los pequeños productores”.

Acosta Manning subraya que la fundación pretende cambiar la percepción actual del campo mexicano con el objetivo de combatir la pobreza, pues “los productores están acostumbrados a recibir apoyos asistenciales que nos les ayudan a romper el ciclo de pobreza”.

Por ello, el programa Educampo acerca a los campesinos un paquete que incluye semillas, agroquímicos, capacitación técnica y fertilizantes, así como un seguro agrícola para que no pierdan su producción en caso de eventualidades.

En ese sentido, la vocera de la Fundación ejemplifica como un caso de éxito el de la Unión de Productores de Jalisco, que actualmente vende sus cosechas de maíz a la empresa multinacional PepsiCo.

“Ellos están acostumbrados a trabajar por sí y para sí, cuando la fundación les enseña a trabajar en conjunto y empiezan a ver estas ganancias, ven los beneficios de trabajar en equipo”, destaca.

Abunda que a siete años de iniciado el programa ha logrado que más de 12 mil 900 productores retomen la agricultura como una actividad productiva y rentable, y no sólo para su autoconsumo.

“La Fundación es como un engranaje, por un lado están los productores y los insumos, por el otro los compradores; lo que hace la fundación es funcionar como un engrane, así cuando nosotros nos salimos esa maquinaria se queda funcionando sola”, detalla Acosta Manning.

En tanto, el programa En Pro de la Mujer impulsa actividades económicas para incidir en la nutrición infantil, salud familiar y equidad de género, que hasta el momento ha beneficiado a más de mil mujeres, principalmente en el sureste del país.

“Las mujeres saben en qué gastar y saben que lo más importante es la alimentación y educación de sus hijos, en algunas ocasiones lo difícil es ponerlas de acuerdo, pero una vez que lo logran son un tren y no hay nadie que las pare”.

El programa trabaja con líneas de producción de productos como tortillas, pan, cultivo de jamaica, elaboración de tostadas, palanquetas, bordado, tejido de textiles, jabones artesanales y miel melipona, es decir, de abejas sin aguijón.

Mientras que el programa Sembrando Salud se encuentra dirigido a los jornaleros, que a decir de la vocera de la Fundación son los más desprotegidos, los más marginados y van a lo largo del país en busca de trabajo en condiciones desfavorables.

“Los jornales no tienen nada, ni siquiera arraigo; algunas mujeres tienen que perder su identidad y vestirse de hombre para evitar el acoso sexual o incluso las violaciones”, señala la vocera.

Hasta el momento, los beneficiarios del programa que han recibido información acerca de padecimientos crónico degenerativos han reducido 50 por ciento su consumo de bebidas carbonatadas y han aumentado 44 por ciento su ingesta de frutas y verduras.

Pese a ello, la directiva asegura que el mayor logro es que ellos se sientan procurados por alguien, “eso es lo mejor que les puede pasar”.

Respecto al futuro de la iniciativa, la directiva afirma: “Nos encantaría que los modelos de la Fundación se convirtieran en políticas publicas y que estuviéramos en todo el país, lo que nos limita son los donativos y los patrocinadores; si tuviéramos la capacidad financiera estaríamos en todos lados”.

Al respecto, reconoció que de 2008 a la fecha se han retraído los esfuerzos de responsabilidad social dentro las empresas, por lo que cada vez es más difícil atraer apoyos de la iniciativa privada.

Por lo anterior, la Fundación busca un acercamiento con la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación, para que escuche sus resultados y cómo el modelo se podría aplicar en toda la República.

NTX

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