Nuevas tecnologías agrícolas, vitales para seguridad alimentaria

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La Asociación Mexicana de Semilleros (AMSAC) se pronunció a favor del uso de las nuevas tecnologías ante los múltiples retos de la producción agrícola, el aumento en la demanda de alimentos de calidad y el cambio climático.

En el marco de la Convención de AMSAC, el presidente del organismo, Roberto Fraile, dijo que es fundamental valorar y hacer uso de las alternativas existentes, a fin de enfrentar el reto de la seguridad alimentaria.

Ese criterio, expuso, es válido sobre todo para tecnologías que cuentan con respaldo en cuanto a su seguridad por múltiples organizaciones científicas.

También porque son ampliamente usados por los principales socios comerciales, por lo cual, “resultaría claramente discriminatorio y anticompetitivo para el agricultor mexicano”, añadió.

A decir de Fraile, la política pública debe incluir el fortalecimiento del campo, para lo cual se debe propiciar el uso de mejores tecnologías de producción, y establecer programas de alianza público-privadas que permitan utilizar sistemas tecnológicos modernos y eficientes.

Apuntó que hoy en día, México no produce 75 por ciento de los alimentos que se consumen como nivel mínimo recomendado por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés).

Refirió que el país importa entre 42 y 32 por ciento de los alimentos que se consumen, incluso en el caso del arroz, soya y maíz amarillo esta cantidad llega a 80 por ciento.

“Esta situación vulnera nuestra seguridad alimentaria, y sin duda son una área de oportunidad para los productores nacionales si se establece una política pública el programa de acompañamiento adecuados para el desarrollo del sector rural”, explicó.

El presidente de la AMSAC estimó que la disponibilidad de paquetes tecnológicos, incluidas las semillas mejoradas, el acceso al financiamiento, así como una planeación y ordenamiento de la producción, son indispensables para retomar la producción de estos cultivos y reducir la dependencia actual de su importación.

En México, mencionó Fraile, sólo 25 por ciento de la producción nacional de maíz se realiza con semillas mejoradas, lo que contribuye a bajos niveles de productividad en la mayor parte del país.

Con semillas mejoradas habría la disponibilidad necesaria de alimento para contribuir en los programas sociales como lo es que permitan utilizar sistemas tecnológicos modernos y eficientes para mejorar la productividad del campo mexicano, como la “Cruzada Nacional contra el Hambre”.

Asimismo, para incrementar la disponibilidad de este insumo para la cadena de alimentos balanceados y la industria de derivados, aseveró.

Con base en lo anterior, es necesario que la política para impulsar la industria de las semillas incorpore la libre comercialización del producto que cumple con los estándares de calidad indicados en la ley y su reglamento.

De igual forma, que incluya el derecho de los productores de elegir entre las distintas opciones disponibles, aquellas que le sean más útiles para enfrentar sus problemas de producción y falta de competitividad.

Sugirió que también contenga la simplificación regulatoria para el comercio nacional e internacional, al facilitar la regulación para la importación de germoplasma o variedades terminadas que contribuyan a la productividad de los agricultores nacionales, entre otros puntos.

NTX

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