Afectará falta de agua los cultivos y hortalizas

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Tijuana.- La falta de agua puede afectar distintos cultivos y hortalizas en Baja California, por esta razón han tenido que cambiar sus tecnificaciones para el riego, según explicó Alberto Pombo, investigador de El Colegio de la Frontera Norte (El Colef).

Dijo que el Valle de San Quintín se ha distinguido por el cultivo de fresas y todo tipo de moras junto con otras hortalizas. Por ello, la sequía se ve de distinta forma en los municipios de Baja California.

En Mexicali, el agua llega del Río Colorado y se negocia por convenios binacionales, otra parte es de los acuíferos. Mexicali, Tecate, Tijuana y Rosarito dependen del agua del Río Colorado, pero Ensenada de sus acuíferos, cuya recarga está limitada.

“El problema principal del Valle de San Quintín es la sobreexplotación de los acuíferos, pero ha sido importante el uso de la tecnología. Uno de los primeros signos de sobreexplotación en esta zona costera es el aumento de la salinidad, es decir, hay un balance entre el agua dulce y salada en el acuífero, y cuando se sobreexplota se empieza a filtrar el agua de mar al mismo, eso fue lo que pasó en San Quintín”, detalló Pombo.

Explicó que la salinidad ya no era apta porque hay límites que pueden soportar las plantas, por esta razón muchos productores cambiaron a cultivos más resistentes como las cebollas, debido a que las moras, las fresas, etc., son muy sensibles.

“Las moras no resisten una salinidad por encima del cuatro por mil, pero las cebollas soportan ocho partes por mil. Una alternativa fue desalar esa agua salobre (ocho a diez por mil) del subsuelo, pero aumentaron los costos y se empezó a usar tecnología para ahorrar agua. Se empezó a usar la malla sombra, al poco tiempo se pasó al invernadero completo que controla mucho la evaporación”, explicó.

Indicó Alberto Pombo que las plantas desaladoras tienen un agua de rechazo que arroja el doble de la salinidad que entró (el agua de mar tiene una salinidad aproximada de 40 por mil), aunque el costo de hacerlo es exponencial y casi todas las plantas desaladoras pequeñas desalan agua al diez por mil, por tanto producen un rechazo al 20 por mil.

Ahora bien, esa agua de rechazo comenzó a usarse por las grandes procesadoras, por ejemplo Rancho Los Pinos, Driscolls, entre otras, que tomaron el agua, la procesan y sacan una salmuera de 40 por mil, que es la misma salinidad del agua del mar y por ende, el daño al ecosistema es menor, según destacó.

La planta desaladora común es la de 60 galones por minuto, en San Quintín hay unas ocho con estas características, las otras de mayor capacidad son al menos unas diez que van de 150 galones por minuto hasta cuatro mil 500.

En San Quintín se usaba la inundación, ahora es goteo, y cuando aumentó la presión sobre el recurso, se hicieron rentables las tecnologías. No hay que ser apocalípticos, porque cuando la escasez es suficientemente grande, comienzan a ser atractivas otras opciones, y se produce un cambio tecnológico como el que ya se generó en San Quintín, refirió Alberto Pombo.

Finalmente dijo que la producción se ha mantenido a mayor costo, pero esto para el pequeño productor, a menos que exista una política definida que les permita tecnificarse, los pone en clara desventaja.

“Los que se han tecnificado son de los medianos para arriba, los muy pequeños no, y lamentablemente tienden a desaparecer”, finalizó Alberto Pombo.

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