Productores de maíz prefieren salir de las negociaciones del TLC

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Son escépticos del Tratado de Libre Comercio; algunos opinan que no es posible competir con los agricultores estadunidenses cuando aquí se tienen parcelas de seis o siete hectáreas, teniendo que pagar el agua, a veces la renta del propio terreno que trabajan, contra propietarios de grandes extensiones de tierra, que reciben subsidios en fertilizantes y semillas. De que los han invitado, los han invitado, “pero nunca nos dicen exactamente que es lo que traemos”, se quejan los productores de maíz de todo el territorio mexicano.

Como tantas otras veces, bloquean el cruce de Avenida Cuauhtémoc y Municipio Libre de la ciudad de México, y eso basta para desquiciar el tráfico y algunas avenidas. Ocho camiones llenos de maiceros de Sinaloa, y productores de otros estados de la República: afirman que vienen de Nayarit,del Estado de México, de Oaxaca, de Morelos, de Hidalgo. Determinados a regresar a sus casas con 4 mil 200 pesos por tonelada de maíz asegurado.

Hablan. Explican a Crónica sus problemas de larga data: la última vez que les pagaron el maíz a esos 4 mil 200 fue en 2011 y eso porque les cayó la helada. “Hasta diésel nos regalaron”, recuerda Melchor, que viene de Guasave. Pero tiene las manos amarradas por el contrato que firmaron con la Sagarpa, que estipula el pago en pesos equivalente a los 196 dólares la tonelada.

Se fortalece el peso, pierde el dólar y les pagan menos. Justino, de Mocorito, exige que “echen para atrás ese contrato” que los amuela, porque, incluso, a algunos la Sagarpa les debe remanentes de 2016 y hasta de 2014 y 2015.

Esa es su urgencia; la cosecha ya terminó, y en la medida en que pasa el tiempo y la paridad cambiara fortalece al peso, a ellos les pagan menos por su maíz: “Empezamos la cosecha en 3 mil 800 por tonelada; a la semana, ya era menos, y a la otra semana menos; estamos en 3 mil 200 y el costo por hectárea es de 35 mil a 40 mil pesos; con trabajos salimos”, se queja Rubén, sinaloense que heredó la propiedad de su madre y ella de su abuelo; estudió odontología, pero dice que en el norte tampoco hay trabajo para eso; se regresó a la tierra.

“Yo no quiero que mis hijos estén aquí el año que viene, en plantón; necesitamos que mejore el precio del maíz”, añade.

No les urge hablar del TLC: “Nos amolaron porque nos metieron a la bolsa de Chicago, eso nos dicen. Si baja el precio del maíz en la bolsa, nos pagan menos”.

Después de cinco horas de plantón, acuerdan con Sagarpa: ellos demuestran por qué el maíz sí tiene que pagarse a 4 mil 200 pesos, y ellos liberan una parte de las avenidas.

Eso sí, quieren que ese precio no sea solamente para los de Sinaloa; lo quieren, lo necesitan, para todos los maiceros
del país.

La Crónica

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