Raza criolla de maíz se pierde por la promoción de transgénicos

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Recorriendo pueblos tradicionales del municipio de Tepoztlán como Amatlán de Quetzalcóatl, Santiago Tepetlapa, Santo Domingo Ocotitlán, Ixcatepec, San Andrés de la Cal y Santa Catarina, en pos de la existencia de la raza criolla de maíz mexicano, desagradable es escuchar de propia voz de los hombres del campo que dicen, “las nuevas generaciones las han dejado perder. De hecho, ya pocos las siembran, supuestamente por menos rendidoras, lo que no está plenamente comprobado; sin embargo, la mayoría se ha dejado llevar por las promociones comerciales de semillas transgénicas”, precisa don Clemente Villamil Ojeda, nativo de Santo Domingo.

En la comunidad de Santa Catarina encontramos a la señora Teresa Piedra Mora, misma que muestra un importante número de mazorcas, que dice son herencia de sus abuelos los señores Tomás Piedra López y Carmela Ortiz Zavala, los que desde niños les recomendaban repetidamente, “nunca vayan a dejar perder las semillas, si pierden una raza vendrán tiempos de hambruna y sufrirán sus hijos y demás descendientes”.

Lo anterior, precisa la entrevistada, siempre ha sido motivo de temor a Dios porque los abuelos nunca se equivocan. Por ello, es que mazorcas como estas se desgranan, se clasifican, otras más se guardan celosamente para que la raza no se pierda. Luego, la señora Teresita detiene sus comentarios y recuerda, “hay una semilla que ya no tengo, es la pepitilla, es larga, flaquita, pero bien rendidora para hacer nixtamal, ésta la perdimos debido a que su caña es frágil, se cae fácilmente con el aire y la lluvia, tenemos que recuperarla”.

En la comunidad de Amatlán de Quetzalcóatl, la familia Oliva Ortiz muestra un pequeño chiquihuite con gran variedad de mazorcas, sobre todo las moradas en tres o cuatro tonos, la color ladrillo, otras amarillas, las blancas tradicionales y las pintas, cada cual con variedad en la semilla. “Estas son las razas criollas que aún existen en México, la mayoría de la mesa central existente desde tiempos ancestrales”.

Al respecto, en el “Popol Vuh”, libro sagrado de los mayas quiches, se describe cómo en las historias de la creación de los indígenas mesoamericanos, maíz y humanidad están indisolublemente ligados. Somos gente de maíz y el maíz es de la gente, pues esta planta no se encuentra en estado silvestre porque los granos de la mazorca están envueltos en hojas llamadas brácteas (totomoxtle, con que se envuelven los tamales) y éstas protegen al fruto o mazorca e impiden que el grano se desprenda del raquis (olote).

Si para la ciencia el origen del maíz es todavía una incógnita, no lo es para los pueblos mesoamericanos. Muchas historias explican cómo y cuándo surgió el maíz. En la leyenda mexica de los soles queda la memoria del proceso de sedentarización de los habitantes del centro de México y la evolución de sus formas de alimentación.

En otras historias, el maíz es entregado a las personas por diversos animales y muchas veces está dentro de una roca, y para sacarlo se recurre a las hormigas o al rayo; mientras, en narraciones indígenas contemporáneas los mismos animales son los protagonistas e incluso los dioses del centro de México o del área maya han sido sustituidos por algunos santos católicos. Sin duda, existe una matriz cultural común y el maíz es importante para los pueblos mesoamericanos como parte central de la cultura. Para ellos, el maíz es sustento y raíz. En el entendido de sustento como base nutricional y raíz como cimiento cultural.

En resumen, México es el centro del origen y diversidad del maíz. Es reconocido que los productores conservan la diversidad del cultivo por razones sociales, económicas, culturales y cuando las variedades locales muestran un comportamiento agronómico superior al de las mejoradas. Porque a pesar de los varios decenios de mejoramiento formal y promoción de las variedades resultantes, gran parte de los productores mexicanos sigue sembrando las variedades locales de maíz. Si bien la ineficiencia de las cadenas de semilla explica en parte la no adopción del maíz mejorado, también es cierto que los productores toman la decisión deliberada de seguir sembrando los materiales criollos.

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