Los cultivos genéticamente mejorados se pueden sembrar y consumir sin riesgo, según la Academia Nacional de Ciencias de EUA

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EL BATÁN, MÉXICO.— Los cultivos genéticamente mejorados (GM) se pueden consumir sin problema, al igual que los cultivos mejorados de manera convencional, y han beneficiado al medioambiente y la diversidad del ecosistema al reducir el uso de pesticidas, indica un estudio que publicó la Academia Nacional de Ciencias (NAS) de Estados Unidos a principios de mes.

Realizado por un comité de 20 científicos elegidos por la NAS en representación de las diversas disciplinas relacionadas con el tema, el estudio reunió una gran cantidad de pruebas de los últimos 20 años —es decir, desde que se liberaron comercialmente los cultivos GM— respecto a los impactos que éstos han tenido en los rendimientos, la abundancia y diversidad de insectos, el uso de insecticidas y herbicidas, el desarrollo de resistencia a los agroquímicos en malezas y plagas, la salud humana y de los animales, y varios otros aspectos que preocupan a la sociedad.

Los miembros del comité leyeron 900 estudios y publicaciones, escucharon 80 ponencias en reuniones en vivo y webinars y revisaron más de 700 comentarios y documentos emitidos por el público relacionados con el pasado, el presente y el futuro de los cultivos GM.

“Los consumidores y los diversos actores han emitido distintas opiniones sobre los cultivos GM, que van desde ‘causan cáncer’ hasta ‘no podemos alimentar al mundo sin ellos’”, dice Kevin Pixley, director del Programa de Recursos Genéticos del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) y miembro del comité que emitió el informe. “El informe es retrospectivo y también vanguardista; considera de manera abierta todos los puntos de vista y pruebas fidedignas, y aporta resultados y recomendaciones sobre un amplia diversidad de asuntos relacionados con la ingeniería genética y con los cultivos nuevos que surgirán en el futuro”.

En cuanto a los problemas de salud, el comité no encontró pruebas contundentes de que los cultivos GM contribuyan a la obesidad, la diabetes, las enfermedades renales, el autismo, la celiaquía o las alergias. El informe también indica que “no existen pruebas concluyentes de que existan relaciones de causa y efecto entre los cultivos GM y los problemas medioambientales”.

El comité alertó sobre las malezas y las especies de insectos que están generando resistencia a los herbicidas y plaguicidas que más se utilizan, debido a que los agricultores han sembrado cultivos GM sin aplicar las prácticas adecuadas para evitar este fenómeno. Los autores señalaron que estos problemas no son solo de los cultivos GM y que necesitan especial atención y más investigación.

“El estudio contiene mucha información acerca de los cultivos GM que permite a los lectores profundizar en los temas que más les interesan o preocupan”, afirma Pixley. “Además contiene pocas conclusiones radicales acerca de los cultivos GM, porque los temas son multidimensionales y cada persona suele verlos desde una perspectiva diferente”.

En los últimos 20 años, algunos grupos han librado una guerra en contra de los cultivos GM e insistido en que se prohíba su producción. Uno de los resultados es que casi no se siembran cultivos GM en gran parte de Europa y se ha pedido que haya un control más estricto del etiquetado de los productos GM en algunos países, entre ellos, Estados Unidos y Canadá.

El estudio indica que los organismos reguladores no deberían centrarse en la ingeniería genética ni en el proceso mediante el cual se crean nuevos cultivos, sino, más bien, en realizar pruebas de inocuidad en productos individuales, basándose en su novedad y potencial de crear efectos adversos en la salud o en el medio ambiente.

De igual modo, el estudio revela que debido a las tecnologías diversas y nuevas (incluidas las técnicas de edición de genes, como CRISPR/Cas9, que permiten a los investigadores editar, cortar y remplazar genes de manera rápida y eficiente), la separación entre el fitomejoramiento con ingeniería genética y el fitomejoramiento convencional está desapareciendo.

“Esto es similar a lo que ha sucedido en los últimos 20 años con las diferencias entre lo que podemos hacer con nuestros celulares y con nuestras computadoras”, explica Pixley.

El informe contiene una lista de rasgos, incluidos aquellos que aumentan el valor nutricional, la inocuidad de los alimentos, la calidad del forraje y el almacenamiento postcosecha, que están siendo mejorados (o que probablemente lo serán) utilizando una variedad de herramientas cada vez mayor, incluyendo la ingeniería genética, la edición de genes y la selección genómica, entre otras.

“Este informe ofrece una nueva perspectiva y propone un marco conceptual para manejar los posibles riesgos para la salud y el medio ambiente de los nuevos rasgos de los cultivos, sin importar qué proceso o tecnología se utilice para desarrollarlos”, agrega Pixley. “La ingeniería genética y otras tecnologías emergentes ofrecen opciones que permitirán a los fitomejoradores resolver los problemas de la producción de cultivos y la seguridad alimentaria que enfrentan la población actual y las futuras generaciones”.

CIMMYT

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