El cilantro es consumido principalmente en fresco para dar sabor a platillos representativos de la cocina mexicana; no obstante, los requerimientos ambientales y edáficos de la semilla, más el desconocimiento de los compuestos funcionales que contiene para la creación de distintos productos industriales generadores de ingresos económicos, hace que los productores se enfoquen sólo al cultivo en fresco.
Ante dicha situación, se ha desarrollado tecnología que permite la reproducción y conservación de las semillas, con el objetivo de lograr mayor rendimiento, a partir de un proceso tecnológico que favorezca el desarrollo del cultivo y la cosecha de semillas.
Para el cultivo, la tecnología puntualiza algunos factores que influyen en el crecimiento de la semilla como la ubicación eco geográfica, temperatura promedio de desarrollo, la densidad de plantación, el manejo nutrimental para el fortalecimiento de la planta, las labores culturales propias del cultivo, la distancia mínima entre genotipos —cuando se cultivan varios en áreas proximales—, la estimulación de la polinización por insectos, y los requerimientos climáticos para la maduración de la semilla.
Respecto a la cosecha, se debe identificar la maduración fisiológica a partir de la percepción visual y olfativa de la planta, contemplar la maduración completa en las umbelas laterales para evitar el desprendimiento de semillas, mantener los cuidados necesarios para evitar daños mecánicos durante la trilla, y en algunos casos considerar la implementación de tratamientos de aire cálido para acelerar la maduración, así como, la estratificación para mejorar la germinación y vigor de las plántulas, entre otros aspectos.
Por último, se recomienda bajar el porcentaje de humedad en las semillas a partir del proceso de secado, una constante exposición al sol y mantenerlas bajo temperaturas cálidas. El almacenamiento debe estar en condiciones controladas para su conservación, los bancos de semillas ortodoxas son una opción.
