Focos de alerta para el maíz

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La situación para los productores de nuestro país se ha venido complicando de manera importante, particularmente para los del ciclo primavera-verano 2018, debido a que los precios se han caído de manera estrepitosa desde el pasado mes de mayo en la Bolsa de Chicago, que es el referente para los precios del maíz de nuestro país

Para que se den una idea, el maíz a plazo de septiembre se ha caído un espectacular 18.45%, o 30.31 dólares/tonelada desde el pasado 23 de mayo, para cerrar el viernes en 133.95 dólares/tonelada, mientras que el plazo a marzo del 2019 se ubicó en 143.99 dólares.

A lo anterior habría que sumarle la fuerte apreciación que ha presentado el peso en las últimas cuatro semanas, ya que el maíz cotiza en dólares, donde pasó de 20.84 pesos/dólar el pasado 14 de junio, contra 18.94 pesos al cierre del viernes pasado, equivalentes a una apreciación de 9.12 por ciento.

Para hacer una cuenta rápida, si calculamos con los precios de cierre de Chicago del viernes a marzo por el tipo de cambio y le sumamos las bases que Aserca publicó el año pasado para el ciclo primavera-verano, los agricultores estarían comercializando su maíz aproximadamente en 3,674.17 pesos/tonelada, es decir, casi 286 pesos/tonelada por debajo del Ingreso Objetivo ofrecido por el gobierno federal de 3,960 pesos/tonelada.

Por otra parte, hay que considerar el fuerte incremento que han tenido los precios de los agroinsumos como consecuencia del alza en el precio de los energéticos, lo que significa que nuestros productores tuvieron mayores costos para la siembra de este año, pero sus ingresos van a la baja.

Desafortunadamente, las perspectivas de precios en este momento siguen siendo bajistas.

El jueves pasado, el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA, por su sigla en inglés) emitió su reporte sobre oferta y demanda al mes de julio, y si bien es cierto que el reporte para maíz fue neutral-alcista, la verdad es que las perspectivas de que el cultivo mantenga su desarrollo en buenas condiciones debido al clima son bastante positivas, aunado a las medidas de proteccionismo comercial que ha tomado la administración Trump frente a China que impactará las exportaciones de soya de los Estados Unidos al país asiático, le han venido a poner presión a la baja a los precios de la soya, y éstos han ejercido presión adicional sobre los del maíz.

A nivel mundial, el USDA ubicó la expectativa de Inventarios Finales en 151.96 millones, es decir, 2.73 millones menos que el mes anterior y prácticamente 40 millones de toneladas por debajo del ciclo 2017-18.

A nivel Estados Unidos, la producción la aumentó en 4.83 millones de toneladas debido a que sorpresivamente incrementó la superficie a cosechar en 440,000 hectáreas quedando en 361.46 millones, dando como resultado una oferta total de 414.22 millones de toneladas, mientras que por el lado del consumo, le incrementó al forrajero 1.9 millones de toneladas, le redujo al uso para etanol 1.52 millones y le aumento de manera interesante las exportaciones casi 3.2 millones de toneladas, lo que dio un incremento total en el consumo de 3.56 millones para quedar en 374.79 millones de toneladas.

Lo anterior implicó que los inventarios finales tuvieran una reducción magra de 640,000 toneladas, para ubicarse en 39.42 millones versus las 43.59 que esperaba el mercado, lo que generó que el mismo jueves el maíz tuviera un repunte interesante; sin embargo, al cierre del viernes retrocedió lo ganado el día anterior.

Si bien el reporte no fue bajista, las condiciones de cultivo actuales, su grado de madurez por encima del promedio de los últimos cinco años y las condiciones climáticas favorables esperadas en las próximas dos semanas hacen pensar al mercado que esta cosecha será más grande de lo que se prevé.

Por todo lo anterior, les sugiero tomar coberturas, ya que a pesar de los apoyos ofrecidos por el gobierno, los recursos son limitados. No hay un gobierno en el planeta que tenga los recursos para afrontar la fuerte volatilidad de los mercados, para eso están las coberturas.

El Economista

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