La siembra del maíz transgénico se ha prohibido en varios países por sus altos índices de contaminación que traen consigo, sin embargo, en Tamaulipas la mayor parte de las familias lo consumen al adquirir productos cárnicos procedentes de los Estados Unidos, porque en dicha nación se alimenta al ganado con este tipo de semilla.
Eduardo Espronceda Galindo, presidente de la Federación de Propietarios Rurales de Tamaulipas (FPRT), dijo que este es un tema muy polémico, porque hay quienes aceptan el establecimiento de este grano y otros lo rechazan.
Aunque conocen las cualidades de esta, pues mejora los rendimientos por hectárea, y está preparada para ser más fuerte en contra de plagas y enfermedades.
Aunque lo que se debería de valorar, refiere, son los daños que este produce a la salud en un futuro.
Desgraciadamente, menciona, la gente consume el maíz transgénico por la razón de que en el vecino país todas las siembras son de esta índole, particularmente el amarillo y, por ejemplo, se lo come el ganado que se utiliza para la engorda.
En lo particular prefirió la determinación de que se autorice la siembra experimental de este producto, sobre todo para valorar a través las de las investigaciones que hacen en los Estados Unidos sobre este maíz y ver cuales serian los efectos o los daños que se pudieran dar al consumir este producto.
Recordó que de acuerdo a los tratados que existen sobre la siembra de este maíz transgénico determinan que a esta semilla se le introducen artificialmente características biológicas nuevas provenientes de
otras especies de plantas, animales o bacterias para que adquiera capacidades inusitadas como la resistencia al uso de herbicidas, que la propia planta adquiera la propiedad matar insectos que la atacan o bien, que sus semillas pierdan la propiedad de reproducirse naturalmente, sin no es mediante la intervención de candados químicos.
Los nuevos organismos transgénicos, refirió, han estado provocando propiedades indeseadas, sea para los consumidores como la producción de alergias o la resistencia a antibióticos.
La Verdad