Las parcelas de maíz, frijol y amaranto que los prehispánicos sembraban para gobernantes mexicas como Axayácatl, Moctezuma o Tizoc, se ubicaban en San Mateo Atenco, Estado de México. Así lo indica el investigador René García Castro, quien identificó a través del Códice Mendoza y con apoyo de evidencias arqueológicas, el uso de 806 hectáreas mexiquenses para producir el alimento imperial.
“En San Mateo Atenco, cuando se hace la conquista que es más o menos por el año 1474, el rey Axayácatl conquista el señorío más importante de Toluca: Calixtlahuaca y escogió las mejores tierras de la zona para sembrar el alimento de la llamada Triple Alianza: Texcoco, Tlacopan y Tenochtitlan”, precisa el historiador de la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEM).
La selección de estos terrenos, añade, fue porque se encontraban junto a un lago y porque eran tierras con grandes humedales, similares a los existentes en Xochimilco. Dichas justificaciones y motivos se encuentran plasmados en láminas del Códice Mendocino y en la Matrícula de tributos del Valle de Toluca.
“En ambos documentos se expresa lo que ahí se cultivaba, se dice que el Valle de Toluca entregaba al imperio mexica o a la Triple Alianza unas trojes, es decir, almacenes de maíz con chía y otras trojes de frijol con huautle (semilla del amaranto)”, señala Castro García.
—¿Cuánto medía una parcela imperial?
—Por las informaciones que dieron los indígenas, en San Mateo Atenco eran de 400 por 400 medidas y una medida equivalía aproximadamente a 3.55 metros. Entonces, haciendo la conversión a hectáreas, la parcela imperial media 201.64 hectáreas y como se decía que existían cuatro parcelas, tendríamos un total de 806.56 hectáreas destinadas a estos alimentos.
—¿Cuántos granos se producían?
—No sabemos la cantidad porque tenemos variables, pero en las láminas del Códice Mendocino y en la Matrícula se dice que son varios por parcela. Lo que sí sabemos es que cada parcela imperial tenía cinco trojes, es decir, cinco lugares de almacén pero no sabemos cuánto cabía en cada uno.
Además de los documentos, el investigador de la UAEM comenta que otro registro que sustenta su tesis, es la cerámica mexica hallada en San Mateo Atenco por los arqueólogos Yoko Sugiura y Rubén Nieto, la cual corresponde al periodo posclásico tardío y que evidencia la ocupación de esa zona durante el gobierno de la Triple Alianza.
“La investigadora Noemí Quezada también detectó los registros de los habitantes procedentes de Tenochtitlan que llegaron a San Mateo Atenco a vivir como guardias de las parcelas y de los almacenes de granos al servicio del imperio. Esos son los pocos registros que tenemos ya que desafortunadamente en la memoria local, no se conservan nada”, expresa.
LOS CERDOS DE CORTÉS. René García Castro explica que la Triple Alianza fue la unión de tres señoríos o tres reinos de la Cuenca de México (Texcoco, Tlacopan y Tenochtitlan), que se fueron expandiendo hasta conquistar a otros reinos de la zona, como fue el caso de Xochimilco o Chalco.
“Pero las conquistas no implicaban que desaparecieran los señoríos sometidos, una parte del territorio y de los habitantes los hacían servir para la Triple Alianza y dejaban a los demás en su calidad de señoríos locales pero sometidos al imperio”, indica.
Entonces estos reinos tenían que destinar tierras para el cultivo de productos locales, mismos que guardaban en almacenes llamados trojes por los españoles. “Todos esos granos guardados eran utilizados para fines imperiales, es decir, para abastecer en la medida que la alianza se expandía hasta los límites con Michoacán, las costas del Pacifico, por el rumbo de los huastecos y hacia el Istmo de Oaxaca”.
La pregunta que aún queda sin respuesta, señala el académico, es si estos granos se llevaban a la Cuenca de México, ya que debido a su expansión y constantes guerras, resultaría difícil.
“Posiblemente en algunos años cuando escaseaban las producciones sí, pero sabemos que cuando el imperio mexica hizo la guerra contra el imperio michoacano, el lugar donde prepararon las operaciones fue en Toluca y entonces utilizaron la producción imperial de maíz, chía, huautle y frijoles para alimentar a los ejércitos”.
—¿Estas parcelas imperiales fueron peleadas por los españoles?
—Cuando Hernán Cortes llegaba a un sitio, se apropiaba de las tierras –que en ese entonces eran de Moctezuma–, entonces cuando llegó al Valle de Toluca se adueñó de los almacenes de San Mateo Atenco e inició el cultivo de trigo y la cría de cerdos.
“Detrás de cada conquista llegaban los puerqueros para tener carne que comer. Ya que Cortés había conquistado el Valle de Toluca y Tenochtitlan, lo primero que hizo fue apropiarse de las tierras imperiales para establecer el primer criadero de cerdos en el centro de México y para alimentarlos usó los granos, es decir, les dio todo el maíz imperial a esos cerdos”, detalla García Castro.
Dicho dato, quedó registrado cuando Hernán Cortes se fue por dos años a detener una sublevación en Honduras ya que a su regreso encontró el Valle de Toluca ocupado por otros conquistadores, a quienes les exigió la paga de las pérdidas.
“Hizo una lista y decía que al momento de su partida en 1524 o bien, tres años después de la conquista, tenía 2 mil cerdos. Tenemos estas pequeñas informaciones que son muy escuetas pero que nos dan idea de cómo funcionaba la apropiación de la tierra, de los nuevos usos y cómo los maíces de esos imperios fueron usados para los intereses españoles”, concluye.
PRODUCCIÓN. En el México prehispánico no se conocía el arado ni existía el concepto de producir parcelas de monocultivo, por lo que el desarrollo de la agricultura fue a través de palos plantadores llamamos coa (huictli en náhuatl). García Castro explica que era un palo de 1.50 metros, con una punta endurecida a base de fuego para hiciera hoyos en la tierra y se pudieran depositar granos, especialmente tres: maíz, frijol y calabaza.
La Crónica de Hoy