Devastadas, 12 mil héctareas de coco en Veracruz

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Tecolutla, Veracruz.- El virus del amarillamiento letal del cocotero arrasó prácticamente con las 12 mil hectáreas de palma de coco que había sembradas en la Entidad, para dar paso al desempleo, el abandono de tierra fértil y a la erosión a lo largo de la zona costera del Estado que, en algunos lugares como Costa Esmeralda, ocasionó daños a la infraestructura hotelera durante los últimos 11 años.

Al carecer de palma de coco la cultura milenaria de los totonacas, en la región del Totonacapan, estuvo en riesgo de perderse en lo que se refiere al tejido con hoja de palma, ante la escasez de este producto, según el coordinador del Sistema Producto Palma de Coco, Jorge Enrique García del Ángel.

Al no haber palmeras, el Estado se encuentra aún más vulnerable a los embates de la naturaleza, pues al perderse estas plantaciones los impactos meteorológicos, principalmente los huracanes y tormentas, pueden azotar con más fuerza al no toparse con la barrera natural formada por la altura y el follaje de las palmeras.

La producción original de 6 millones de cocos al año disminuyó a prácticamente cero en todo Veracruz, pues de acuerdo con García del Ángel la fruta que se cosecha en la franja costera veracruzana no alcanza ni para satisfacer la demanda del turismo que desea disfrutar de su agua y de su pulpa.

Ante la falta de coco los comerciantes de la zona turística se ven obligados a comprarlo a productores de Tabasco, Oaxaca y, en su mayoría, de Guerrero. La pieza la compran en 11 pesos para revenderla en 15, 20 y hasta 50 pesos, según sea la demanda.

El virus del amarillamiento letal del cocotero fue detectado en la Entidad en 1999 y poco a poco fue expandiéndose, hasta que a partir de 2005 las afectaciones fueron más delicadas.

Además, el huracán “Dean”, que impactó al norte de la Entidad el 22 de agosto de 2007, entre la devastación y las muertes que provocó, arrastró al vector, la chicharrita pálida, para que a partir de ese entonces comenzara la pérdida de palmas de coco hasta llegar a su totalidad.

En octubre de 2013 la Secretaría de Medio Ambiente (Sedema) apoyó a los productores con la gestión y entrega de semillas y plantas de la variedad Alto Pacífico (Ecotipo 2 o colimeño), resistente a la enfermedad, que con el apoyo del Sistema Producto Palma de Coco se distribuyeron en los diversos municipios costeros para sembrar, de manera global mil 200 hectáreas que representan el inicio de una meta a largo plazo para el rescate de la superficie cocotera veracruzana.

CEMENTERIO DE PALMERAS

En menos de dos años el virus del amarillamiento letal del cocotero acabó totalmente con más de 70 hectáreas de palma de coco tan sólo en la cabecera municipal de Tecolutla, donde los campesinos y la coordinadora del Consejo Nacional de Cocoteros, Belem Lihaut Sequera, la han bautizado como el “Cementerio de las palmas de coco”.

Un panorama desolador puede apreciarse a simple vista en este lugar. Las que en su momento destacaron como plantas altamente productivas ahora lucen como postes secos y muertos. La fauna que ahí vivía, en su mayoría tejones, iguanas, diversas aves, abejas y el emblemático tecolote de Tecolutla, entre otros, desaparecieron como efecto secundario.

A partir de Villa Rica, en la zona costera de Alto Lucero, la presencia de este virus comienza a manifestarse. Las pocas palmas que pueden apreciarse tienen en su mayoría hojas y tallos demacrados. Otras de plano agonizan y sostienen con debilidad su última hoja, en espera de su muerte.

La pérdida de estas plantaciones ha dado paso también al abandono de tierra fértil que no puede ser aprovechada por la mayoría de los agricultores a causa de la falta de recursos económicos. Apenas unos cuantos lograron sembrar cultivos alternos como piña, guayaba, litchi y rambután, que escasamente les dejan ganancias.

En el “cementerio de palmas de coco” pueden verse por todos lados los trozos de troncos recién talados y listos para ser incinerados, pues sólo de esa manera puede controlarse el virus para evitar que las plantaciones nuevas se contagien.

LETAL ENFERMEDAD

El virus del amarillamiento letal del cocotero, de acuerdo con el Consejo Nacional de Cocoteros, es una enfermedad mortal para las plantaciones de palma de coco causada por la chicharrita pálida.

La sintomatología puede apreciarse por medio del amarillamiento de las hojas de inferiores y según su progreso avanza paulatinamente hasta llegar a la hoja bandera. El fruto pierde color, hasta demacrarse. El proceso de muerte para las plantas contagiadas es de cuatro meses y después de este periodo sólo queda el tronco o tallo.

Tanto el Sistema Producto Coco como el Consejo Nacional han trabajado durante los últimos 12 años para tratar de evitar mayores afectaciones, sin embargo, a la fecha no han recibido el apoyo de las autoridades municipales ni de los productores, quienes deben apoyar con recursos para el combate de este virus y la eliminación de las plantas contagiadas, respectivamente.

El manejo integrado consiste en identificar los focos de incidencia, erradicarlos e incinerarlo para sustituir las plantas susceptibles por plantas tolerantes, más no inmunes, al amarillamiento.

Esta enfermedad se encuentra presente en toda la costa de la Entidad, desde Pueblo Viejo hasta Agua Dulce y se dispone de tres viveros para la producción de la variedad del Alto del Pacífico Ecotipo 2 en Tecolutla, en el ejido Tolome, del municipio de Paso de Ovejas y en el ejido Colorado, de Coatzacoalcos.

TURISMO, A LA BAJA

Las plantaciones de coco hasta antes de 2005 favorecían a la zona de Costa Esmeralda con paisajes paradisiacos que atraían a un importante número de turistas, tanto nacionales como extranjeros.

Sin embargo, con el paso de los últimos años el turismo se vino a la baja de manera drástica, pues los visitantes que llegaban de otros estados y países comenzaron a dejar la zona por no encontrar los paisajes paradisíacos que generalmente promocionan a Veracruz ante los ojos del mundo.

Según los empleados de la zona hotelera de Casitas, del municipio de Tecolutla, esta región aún tiene presencia de turistas, pero sólo de aquellos que llegan a la playa sin invertir en hospedaje, restaurantes o recuerdos.

Dijeron que antes de que el virus acabara con las palmas era común que llegaran alemanes, estadounidenses y franceses a pasar sus vacaciones en la zona de playa, cobijados por la sombra de las palmeras.

Además, al perderse las plantaciones de palma de coco sobre las playas el mar comenzó a ganar terreno, al grado de erosionar al menos 30 metros de la superficie y derribar los muros que delimitaban los hoteles y algunas residencias. Los empresarios han tratado de frenar esta situación con rocas y muros de concreto, pero el oleaje insiste en avanzar.

El turismo internacional y de otros estados era el que más compraba cocadas y artesanías realizadas con cáscara y palma de coco, pero al perderse estos productos los prestadores de servicios y comerciantes disminuyeron su potencial y con ello alejaron a los turistas.

Ante esta situación los comerciantes de Costa Esmeralda comenzaron acaparar el poco coco que había en el Estado y al acabarse se vieron obligados a realizar contratos con productores de coco de Tabasco, Oaxaca y Guerrero.

DESEMPLEO Y NECESIDAD

Al perderse la superficie cocotera la mayoría de los productores y vendedores se vieron en la necesidad de dedicarse a otras actividades para garantizar la manutención de sus familias.

Olegario García Cruz, vendedor de coco en el municipio de Gutiérrez Zamora, batalla a diario ante la escasez del fruto que difícilmente le permite obtener recursos suficientes para satisfacer las necesidades del hogar. Esta situación la padecen al menos otros 100 vendedores del lugar.

Tan sólo en los municipios de Gutiérrez Zamora y Tecolutla se necesitan al menos 60 mil unidades de coco para satisfacer la demanda de los turistas. Esta cantidad no alcanza para la elaboración de artesanías, lo que obliga a mantener cierta dependencia de otras entidades.

La mayoría de los productores pudieron alternar sus tierras para la siembra de otros frutos y para el pastoreo, pero hubo otros que al quedarse sin fuentes de ingresos tuvieron que cambiar la agricultura por otras actividades como la albañilería.

Los más astutos aprovecharon los troncos de las palmeras muertas para crear madera y construir algunas cabañas cerca de la playa para rentarlas, es el caso de Israel García, en Tecolutla.

PÉRDIDA DE LA IMAGEN

Además de las afectaciones al ecosistema, al turismo y a la economía, la devastación del cocotero a causa del virus del amarillamiento letal del cocotero demacra la imagen de Veracruz ante el mundo, según turistas que disfrutaban de las playas de Tecolutla.

Manifestaron que lo primero que se les ofrece por medio de los diversos promocionales son las imágenes de playas repletas de palmeras, de lo que en realidad se carece a lo largo de la costa veracruzana.

El turismo no se siente satisfecho a causa de esta situación, pues incluso criticaron el hecho de que a orilla de carretera los letreros para anunciar las playas veracruzanas se encuentren adornados por la imagen de palmeras que no existen.

Al respecto, algunos de los empleados de los hoteles de Costa Esmeralda señalaron que a pesar de que han pedido la intervención de la Sedarpa y de la Secretaría de Turismo para atender esta situación desde 2007, a la fecha no han recibido una respuesta satisfactoria, pues la primera se ha declarado carente de recursos y la segunda se justifica al precisar que la atención de estas plantaciones se encuentra fuera de su competencia.

 

 

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