Hay referencias sobre el cultivo de ostras en la Antigua Grecia e incluso en civilizaciones más antiguas. En nuestro país la utilización de estas especies se remonta a tiempos prehispánicos. Para el doctor Jorge Cáceres, investigador del Departamento de Acuicultura del Centro de Investigación Científica y de Educación Superior de Ensenada (CICESE), el consumo de esta especie tiene un valor tradicional y cultural con claros registros arqueológicos.
Incluso las conchas de los ostiones eran pulverizadas y mezcladas con arena para obtener materiales para la construcción de pirámides, como el caso de Comalcalco en Tabasco. Actualmente la producción de los llamados moluscos bivalvos está básicamente destinada a la industria alimentaria.
El especialista explica que en México la especie más importante por su volumen de producción es el ostión americano u ostión del este, Crassostrea virginica. Nativo del Golfo de México y recolectado desde Tamaulipas hasta Campeche, su producción alcanza 40 mil toneladas al año y se obtiene fundamentalmente por pesquería y en menor grado por semi-cultivo extensivo.
María Estela Pérez Cruz, especialista en fisiología de organismos acuáticos y nutrición acuícola de la Facultad de Ciencias de la UNAM señala que en este tipo de acuicultivo todo el ciclo de vida de la especie no se realiza a nivel laboratorio. “Lo que se hace generalmente es pescar en el medio natural algunos ejemplares juveniles o adultos, de los que se obtienen las semillas”.
El doctor Cáceres señala que la segunda especie en importancia por su volumen de producción y valor económico es el llamado ostión japonés, Crassostrea gigas. “Esta especie originaria de Japón, fue introducida a nuestro país vía la costa Oeste de Estados Unidos a inicios de los años 70”.
Su cultivo se ha desarrollado en Baja California y Baja California Sur con mucho éxito empleando técnicas de cultivo como el uso de estantes o racas hasta la producción de larvas en laboratorios mexicanos y el uso de costales inter-mareales con tecnologías modernas.
El investigador del CICESE señala que volumen de producción de esta especie es de alrededor de 3 mil toneladas anuales pero su valor y mercado internacional le permiten un mejor precio que la especie obtenida del Golfo de México, como sucede también con el llamado mejillón del mediterráneo, Mytilus galloprovincialis. Sin embargo los retos para fortalecer su producción y ampliar las fronteras de importación son muchas.
Vinculación ciencia-industria
Cáceres señala que una de las herramientas científicas fundamentales para mejorar los cultivos que se producen comercialmente es conocer la biología de las especies y su interacción con el ambiente. “Lamentablemente se ha difundido la errónea idea de que la información básica sobre estas especies, nativas o introducidas, debe ser realizada en otros países. El resultado es que se cultivan especies exóticas en condiciones ambientales diferentes a las de sus lugares de origen sin considerar procesos de adaptación”.
Por otra parte, el especialista señala que en México se quieren cultivar especies nativas pero también sin conocer su biología reproductiva, tasas de crecimiento, fisiología, interacción con su ambiente o su tipo de enfermedades específicas.
“El resultado es que no hay un desarrollo tecnológico que responda a las características biológicas específicas de las especies y se tiende al fracaso. A partir de una base sólida de conocimientos es posible un desarrollo tecnológico adecuado”.
El potencial biológico de especies como el ostión han mantenido altos volúmenes de producción a partir de pesquería o cultivos generalmente artesanales, pues la fase de crecimiento y engorda puede ser realizada con poca infraestructura, sin embargo la falta de una mano de obra más especializada y mayor tecnología se evidencian en las cifras comparativas con otros países.
Según datos expuestos en el VI Simposio Internacional de Sanidad e Inocuidad Acuícola, realizado recientemente en Ensenada, países como Francia producen alrededor de 400 mil toneladas de una sola especie de ostión, mientras que en nuestro país la producción total ostrícola está en 11% de esa cifra.
El especialista señala que la producción en laboratorio de larvas y semillas del ostión japonés, cuenta con tecnología moderna, pues existen varios laboratorios de producción en Baja California, Baja California Sur y Sonora que abastecen a los productores de la región, pero en el caso de las especies del Golfo y el Pacífico no hay producción de laboratorio a nivel comercial. Además de que los problemas de contaminación de agua por desechos urbanos e industriales tienen mayor impacto en estas regiones.
Para la maestra Pérez Cruz uno de los retos en la producción de moluscos bivalvos es que su desarrollo en nuestro país tiene mucho que ver con los problemas de contaminación que se presentan en los acuíferos del país. “En el caso de los ostiones, como son organismos filtradores, pueden acumular hasta metales pesados, si están presente en el acuífero donde fueron obtenidos”.
“En este sentido, es imprescindible el uso de depuración y limpieza de las lagunas costeras mediante el establecimiento de plantas de tratamiento de aguas residuales”comenta el miembro del Cicese..
El investigador también señala que el principal problema de producción ostrícola en la Península de Baja California es la existencia del herpesvirus del ostión (OsHV-1), que provoca episodios de mortalidad de larva y semilla.“Es necesario implementar medidas de control para disminuir efectos negativos. Afortunadamenteno se transmite al ser humano y no hay riesgos para su consumo”.
Sin miedo a la tecnología
La Unidad de Transferencia Tecnológica Tepic del Cicese (Cicese-UT3), que acaba de iniciar operaciones, desarrolla sistemas de planeación de recursos empresariales para acuicultura en el área de tecnologías de la información.
La doctora Josefina Rodríguez, encargada de este centro, señala que hace un par de años empezaron a trabajar en sistemas de soporte tecnológico para poder rastrear “el historial” de un molusco.
Rodríguez Jacobo cuenta que los doctores Miguel Ángel del Río y Carmen Paniagua, expertos en acuicultura, buscaban una herramienta que pudiera brindar la certeza de que los moluscos que estaban exportando los productores eran moluscos sanos y en condiciones para comercialización.
“Se necesitaba crear una herramienta tecnológica para dar un certificado de origen de que el producto sale de la granja y tiene características específicas de nutrición y cultivo, así como análisis patológicos que los respaldan”.
Así, mediante herramientas como códigos QR se puede obtener la información del producto y ligas para datos más precisos sobre la granja de donde viene el producto, inclusive en tiempo real.
La especialista del UT3 señala que también desde el punto de vista tecnológico es clave tener más herramientas para buscar mejores esquemas de comercialización.
“Crear conciencia de que existen herramientas tecnológicas que pueden ayudar en la labor de acuicultores y maricultores es una gran labor de convencimiento: se debe perder el miedo al uso de la tecnología y conocer sus bondades”.
Actualmente se están perfeccionando otras herramientas de soporte también para uso de laboratorios de calidad acuícola, donde también se hacen pruebas de mejoramiento genético.
Según informes de la FAO, los programas de genética de bivalvos que se desarrollan principalmente en Europa han sido fundamentales para crear moluscos resistentes a enfermedades devastadoras.
La creciente demanda de productos del mar ocasionará que los productos provenientes de las pesquerías tradicionales bajen y que se incrementen los procedentes de la acuicultura por lo que la investigación científica y tecnológica en estos campos será clave en la industria alimentaria del futuro.
La Crónica