Siembran en niños la semilla del cuidado de huertos en QRoo

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Sembrar semillas a una profundidad de un centímetro con una hilera a 10 centímetros de distancia cada una, es el inicio. Maribel Capeline Perera dice que así empieza el proceso para sembrar cilantro en los huertos domésticos que se habilitan en algunas escuelas de la localidad.

Ella es directora del jardín de niños Lourdes Azueta de Playa del Carmen y forma parte de los planteles que implementan esta forma de sensibilización y de contextualización ambiental de los niños.

El cilantro es una especie vegetal que se puede sembrar en cualquier fecha del año al igual que el chile habanero y los rábanos, a diferencia de la lechuga, que encuentra su punto de adaptación a la tierra entre los meses de agosto y octubre; el jitomate, de julio a septiembre; la calabaza y el perejil entre marzo y abril; las espinacas de agosto a febrero y la cebolla, en agosto, diciembre o marzo.

Los acercan a la siembra
Lo anterior es parte del conocimiento de los niños, quienes de una manera didáctica se aproximan a los procesos naturales de la siembra, de la cosecha y de la obtención de los productos generados con la siembra, el riego, el cultivo y finalmente la cosecha, participando de manera tangible en el crecimiento de las plantas y el nacimiento de frutas, verduras y plantas comestibles.

La cultura de las hortalizas en Playa del Carmen se ha fortalecido gracias a la promoción de organizaciones como, “Flora, Fauna y Cultura” así como de dependencias de Gobierno como la Dirección de Desarrollo Social, que recientemente inició un programa de fomento de huertos domésticos implementado por la Secretaría de Desarrollo Social a nivel Federal.

Impulso como el de la directora Maribel tiene una cosecha importante en la cultura ambiental de los niños, quienes se involucran con el ejercicio disciplinario de los procesos de alimentos, involucrándose así con la paciencia y la responsabilidad de alimentar y abonar el suelo.

Aprendizaje
Luisito, niño de cinco años que cursa pre primaria explica que una calabaza tarda tres meses en crecer, se debe cortar y lavar y desinfectar para poderla comer, recomienda a los papás que las calabazas los jitomates se deben cuidar de los pájaros, “solo esperan que nos metamos a los salones para comerse nuestras verduras”, dice con ceño fruncido al referirse a los plumíferos.

Niños como Luis identifican las bondades de la naturaleza a través de la pragmática, se informan y crecen con sensibilidad frente a la naturaleza, las maestras se refieren a ellos como los futuros guardianes del medio ambiente, sin embargo, no cuidarán al ambiente solo de los pájaros, seguramente se enfrentarán a amenazas de mayor envergadura y de otra especie, a depredadores ambientales.

Se llevan la siembra a la casa
Los organismos y dependencias que promueven el cultivo de hortalizas imparten pláticas, crean, involucran a alumnos, maestros y padres de familia, especifican a los adultos sobre las técnicas y métodos para armar una “cama” de tierra e iniciar la tarea de la siembra.

Padres de familia han llevado estos huertos a los patios traseros de sus hogares, ahí generan también alimentos.

Los huertos en casa tienen otra connotación para los niños, ya que a diferencia de las escuelas donde solo se instruye el proceso y la sensibilización natural, en los hogares la cosecha llega a ser un producto comercial y no solamente de consumo, lo que involucra al infante en temas de economía y comercialización, accediendo a un conocimiento integral a través de un proceso ancestral como lo es el cultivo, dice Maribel.

Autoproducción
Es por ello que tanto autoridades como asociaciones civiles y otros organismos ven en la autoproducción un futuro favorable, ya que además de generar productos alimentarios se fomenta la preservación por los espacios verdes y en algunos casos, la comercialización mediante la creación de cooperativas entre comunidades así como el apoyo a la economía familiar.

Maribel Capeline dice que mientras sea responsable de la formación de niños solidarenses seguirá promoviendo programas como los huertos domésticos y escolares, participando en aspectos propositivos que fomenten la sensibilidad y el desarrollo integral en los niños.

“Es gratificante ver como un niño que sembró una semilla cosecha a las pocas semanas una fruta o una verdura, es eso justamente el conocimiento, una semilla que se convertirá en una cosecha de ciudadanos productivos, honorables y ciudadanos de bien, al menos ese es mi objetivo como directora y responsable de estos pequeños, eso sí, con un riego responsable y un cultivo que lleve una dosis de amor”, dice con una sonrisa discreta mirando a una de las aulas donde juegan los chiquitines del Lourdes Azueta.

Sipse

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