Ambientalistas y autoridades del ramo invierten este año más de 180 mil pesos en un programa de monitoreo, para garantizar la sustentabilidad, a largo plazo, de la pesquería de curvina en el Alto Golfo de California.
La ambientalista, Martha Román Rodríguez, dijo que el objetivo es verificar el “estado de salud” de las poblaciones de este pez, a través del registro de tallas, pesos y de toma de muestras de los especímenes que son capturados.
“Podemos saber si la especie está siendo sobreexplotada o no. Hasta el momento el esquema normativo ha sido muy importante, porque es una de las pesquerías más reguladas en el país”, manifestó.
Destacó que con la información obtenida de estos estudios, realizados en primavera, se pueden actualizar las regulaciones, las vedas y las cuotas anuales de pesca, lo que permitirá que la captura de esta especie de escama sea sustentable a largo plazo.
Mencionó que el monitoreo, el cual cuesta unos 180 mil pesos anuales, lo realizan en coordinación con los pescadores, al momento en que llegan a la playa, entonces los investigadores toman prestada una muestra de individuos.
“Revisamos la condición reproductiva del animal, si está maduro, desovando o inmaduro, tomamos una muestra de una estructura que se llama otolito, para poder determinar edad y crecimiento en laboratorio”, detalló.
Comentó que miden y pesan a los peces enteros y esviscerados, con lo cual pueden analizar el comportamiento de la especie, qué tanto crece, qué come, si el ciclo reproductivo es igual o ha variado, además de enfermedades.
Observó que la curvina es un pez de la familia Sciaenidae, pariente de la totoaba, por lo que hay curvinas que llegan a medir poco más de un metro de largo, que han sido las longitudes más altas que han registrado.
Es un pez migratorio dentro del mar de Cortés, pues en el verano se ubica en aguas profundas y en la primavera acude al Alto Golfo de California, para cumplir con su ciclo reproductivo, detalló.
NTX
