Productores de Tepoztlán respaldan defensa del maíz

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Es mentira que quienes se oponen a los transgénicos estén en contra de la tecnología y el desarrollo, sino de cómo y para qué se utilizan estas herramientas del conocimiento, como en el caso del maíz, donde empresas trasnacionales quieren apoderarse de él para modificarlo genéticamente en nombre de la ciencia y el supuesto objetivo de acabar con el hambre en el mundo. Integrantes de la agrupación tepozteca “San Andrés Tenextitla”, en voz de su dirigente Arturo Desaida Mendarte, dicen respaldar la defensa de la agrupación Greenpeace México.

Y replicando el mensaje de Edith Martínez, integrante de la citada agrupación internacional quien dice: “Hacer patria es proteger al maíz mexicano, ícono nacional, que da vida al pozole, las tortillas y cientos de platillos que identifican a la cocina mexicana como patrimonio cultural de la humanidad”, el campesinado tepozteco dice no a los transgénicos.

El comunicado señala: “Nosotros reconocemos los avances y beneficios de la ciencia, la biotecnología, por ejemplo, ha sido vital para la medicina. Sin embargo, nuestra opinión difiere cuando hablamos de usar la ciencia para crear monopolios, dañar el medio ambiente y someter a los campesinos a la dependencia de semillas y paquetes tecnológicos”.

La verdad es que el interés detrás de las compañías de transgénicos está lejos de ser humanitario, en la realidad buscan tener beneficios económicos a costa de la independencia de los pueblos y comunidades que durante años han sido dueñas de las semillas. Los productores que compran las semillas de empresas transnacionales están obligados a firmar un acuerdo, poco claro, sobre el uso que darán a esta tecnología, lo cual les impide guardarlas o intercambiarlas en los ciclos agrícolas siguientes.

Estos acuerdos, por lo general, propician que las empresas inspeccionen de manera arbitraria las tierras de los agricultores y en caso de que se “compruebe” un uso indebido de las semillas, los productores son víctimas de demandas millonarias. El maíz genéticamente modificado pone en riesgo también la biodiversidad natural de este grano, del cual los mexicanos somos poseedores y en consecuencia tenemos la responsabilidad de proteger.

México tiene 59 razas de maíz nativo, que lo colocan, probablemente, como la nación del mundo con mayor diversidad de esta semilla, que en caso de ser contaminada con transgénicos sería considerada semilla pirata.

OEM/RODOLFO ROMERO

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