El redescubrimiento del henequén verde

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Mérida, Yucatán.- El Agave sisalana, también conocido como henequén verde y ya’ax ki en maya, se declaró durante las últimas décadas inexistente y no nativo de la península de Yucatán, a pesar de haber sido originalmente una especie endémica de la región, desde donde se exportó hacia el resto del mundo. Sin embargo, en el marco del X Congreso Mexicano de Etnobiología, Jorge Carlos Trejo Torres, investigador mexicano de The Institute for Regional Conservation de Florida, reveló los hallazgos recientes de la especie en cuatro localidades de Yucatán.

El Agave sisalana es uno de los cultivares ancestrales de agave de la cultura maya yucateca. Asimismo, es una de las especies parentales de otros híbridos generados en África y Asia que, en conjunto, han sido la fuente de hasta un 85 por ciento de la producción mundial de fibras duras de agave, comparado con el 10 por ciento proveniente del henequén blanco (Agave fourcroydes), el henequén yucateco más conocido en la actualidad.

Entrevistado por la Agencia Informativa Conacyt, Jorge Carlos Trejo Torres, doctor en ciencias biológicas por el Centro de Investigación Científica de Yucatán (CICY), señaló que su investigación en torno a la presencia de Agave sisalana en Yucatán se constituye como un recuento historiográfico de la especie, así como una aproximación botánica y etnobotánica sobre los usos y significados que se le otorgan en la región en la actualidad.

“Resulta que la tuvimos, la describimos científicamente, la usamos, se exportó, se regó por el mundo y casi desapareció de Yucatán, hasta ahora que la reencontramos”, expresó.

En colaboración con George Gann, investigador de The Institute for Regional Conservation, y Maarten Christenhusz, del Royal Botanic Gardens, en Kew, Reino Unido, el investigador realiza un estudio observacional, morfológico y comparativo de la especie. Además de estudiar sus características taxonómicas, Trejo Torres ha registrado los nombres y los usos que le dan los campesinos de la región, a partir de lo que ha encontrado información relevante.

“De cerca de una docena de campesinos mayas con los que he hablado de la planta, solamente uno reconoce su nombre ya’ax ki, pero cuando lo reconocen me dicen que esa planta no sirve porque tiene una fibra muy fina, y esto es interesante porque precisamente por esa fibra fina se hizo todo un comercio mundial, mientras que aquí en Yucatán nos especializamos en cultivar el henequén blanco”, señaló.

Del ya’ax ki de Chemax al sisal de Perrine

En 1780, el capitán de fragata José María Delaz escribió un reporte dirigido posiblemente al gobernador en turno de la Provincia de Yucatán, en el que expresó que, entre los productos importantes de la región, destacaban las famosas hamacas de Chemax, hechas de ya’ax ki. De acuerdo con Trejo Torres, este constituye el registro más antiguo que ha encontrado sobre la presencia de la especie en la región.

“Quien conoce esta planta y se da cuenta de que es un tesoro para el mundo es el agrónomo norteamericano Henry Perrine, quien vivió 10 años en Campeche como cónsul norteamericano con el propósito principal de llevar toda planta de la región que tuviese potencial para ser cultivada en el sur de la Florida”, apuntó el investigador.

Durante su estancia en Campeche, Perrine conoció muchas plantas y prácticas agronómicas de la provincia, lo que lo motivó a sembrar el henequén verde en Florida junto con el henequén blanco. Sin embargo, este último no se adaptó al suelo de Florida, mientras que el primero lo hizo perfectamente. “Perrine escribe en los reportes al Senado de Estados Unidos que la planta era de importancia no solo para el condado ni para el estado, sino para la nación por su importancia comercial”, señaló Trejo Torres.

En 1838, Perrine bautizó taxonómicamente la planta con el nombre Agave sisalana, en honor al puerto de Sisal, que entonces era el puerto de exportación de fibras y una diversidad de productos. Como nombre comercial, decidió llamarla sisal, nombre con el que se conoce en diversas lenguas hasta la actualidad.

Entre 1860 y 1870, el investigador encontró una serie de reportes sobre la especie, y de ahí los registros dieron un salto al siguiente siglo. Narciso Souza Novelo, estudioso botánico yucateco, es la última persona que hizo un recuento claro de la especie. En 1941, publicó un libro en que la describió como una planta rara, poco conocida, usada principalmente para hacer hamacas y cultivada en Chemax, tal como había indicado el registro de José María Delaz.

Otros autores agregaron que la planta se cultivaba en el oriente, siguiendo una línea que marcaba la frontera entre las áreas secas y las áreas húmedas de los municipios y localidades de Tizimín, Valladolid, Chemax, Tihosuco, Catmís, Oxkutzcab y Tekax.

“Cuando reconstruí el mapa encontré que a este agave no le gusta la sequía extrema como a otros, le gusta un poco más de agua y el suelo con un poco más de nutrientes. Por eso se cultivaba en la frontera de Yucatán con Campeche y Quintana Roo, donde hay suelos más profundos y llueve un poco más”, apuntó.

A partir la década de los sesenta, en África y Asia se generaron varios híbridos a partir de la especie, que mayormente son los que se encuentran en el mercado internacional actual.

En 1982, el experto en botánica Howard Scott Gentry publicó el libro Agaves of Continental North America, en el que declaró que Agave sisalana no solo no existía en Yucatán, sino que la idea de su origen yucateco era una confusión, y que en realidad la planta era originaria del estado de Chiapas. De acuerdo con Trejo Torres, esto repercutió en la literatura y el saber taxonómico en México, que a lo largo de los años dio por sentado que esta información era cierta.

Redescubrimiento del cultivar ancestral

En 2013, caminando en medio de una selva cercana en el sur del estado de Yucatán, en el municipio de Oxkutzcab, Jorge Carlos Trejo Torres se encontró con un agave extraño que le congeló la mirada. Con el interés de conocer de qué variedad se trataba, pronto se dio cuenta de que estaba frente al famoso Agave sisalana.

“Me fui percatando de que en realidad hay información de esta especie, pero es información antigua que en algún momento se empezó a perder. Mientras más nos acercamos al presente, más fuimos perdiendo este conocimiento hasta el punto en que ya no sabemos cómo es y a considerar que no existió aquí”, apuntó Trejo Torres.

A partir del primer reencuentro, el investigador ha seguido tres líneas principales de evidencia de la especie en Yucatán: cuatro pueblos en donde han encontrado plantas vivas; seis muestras de herbario, incluyendo la colección original de Henry Perrine —considerado el ejemplar tipo, es decir, el acta de nacimiento o la huella digital de la especie—; y la revisión exhaustiva de la literatura.

Características morfológicas de Agave sisalana

La caracterización morfológica del henequén verde fue establecida desde que fue descubierta como cultivar con potencial mundial en el siglo XIX. Uno de sus distintivos es que es acaule (sin tronco), a diferencia del henequén blanco, que sí genera tronco. Los bordes de sus hojas tienen muy pocas y muy pequeñas espinas (y pueden no tenerlas), lo que representa una ventaja para su manejo. Cuando la espina terminal de la hoja brota, tiene bandas de colores entre amarillo, rojo y café que la vuelve muy distintiva.

Cuando la planta es joven, las hojas se curvan como si fueran hojas de yuca. Cuando crece, se vuelve más robusta que el henequén blanco. Mientras que el Agave fourcroydes es de color blanquecino, el color de Agave sisalanA es predominantemente verde, sin tonos de blanco, amarillo o azul.

En su interior, este agave tiene fibras más finas, más flexibles y de mejor calidad que otras variedades. Genéticamente, el Agave sisalana es pentaploide (su material genético está multiplicado cinco veces), lo que lo diferencia de híbridos africanos diploides que también existen en la región.

“Desde la espina terminal de la hoja, el color de la planta, la manera en que crecen las hojas, la apariencia de la roseta de hojas, la flexibilidad y calidad de la fibra, hasta el número cromosómico, son las características que nos sirven para distinguir si estamos hablando de Agave sisalana, Agave fourcroydes, Agave tequilana, los híbridos africanos o cualquier otro”, apuntó Trejo Torres.

En palabras del investigador, mediante estudios moleculares y filogenéticos se podrán responder preguntas sobre la variabilidad genética de las plantas reencontradas en Yucatán, el grado de parentesco que guardan con las plantas que se llevaron hace casi 200 años a Florida o bien, con las que se comercializan en África y en Asia actualmente, entre otras preguntas.

Henequén verde en el mercado internacional

El Agave sisalana es una planta útil de la que se deriva la mayor producción de fibras duras en el mundo. De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés), la producción mundial de la fibra obtenida del Agave sisalana está estimada en alrededor de 300 mil toneladas, con un valor de 75 millones de dólares.

Al ser una fibra larga, flexible y de excelente calidad, se usa comúnmente para papeles especiales, que son, al mismo tiempo, finos y muy resistentes. Bolsas para té, papel para cigarros, papel carbón, filtros para café, billetes, chequeras y periódicos son algunos productos elaborados con este tipo de papeles.

Agave sisalana, planta rara con importancia cultural

Para George Gann, investigador de The Institute for Regional Conservation, la importancia de una planta rara como el Agave sisalana radica en su relación estrecha con la historia y la herencia de Yucatán. Por otra parte, es una especie cultivada alrededor del mundo y, curiosamente, en Florida se comporta como una especie invasora.

“Si habláramos con algún conservacionista, nos diría que no habría que prestarle atención porque se cultiva en todo el mundo, pero este es el tipo de cosas que al instituto le interesan por ser parte de la historia, cultura, territorio y de la gente. En esto es en lo que nos especializamos, en prestar atención y hacer investigación profunda en las plantas que usualmente serían ignoradas por la comunidad científica”, apuntó.

En su colaboración con Jorge Carlos Trejo, a George Gann le interesa el impacto del redescubrimiento del henequén verde tanto en Yucatán como en el resto del mundo, el estudio de los posibles riesgos de la especie en las comunidades donde se ha hallado, así como la integración de la especie a la conservación global.

 

 

 

Agencia Informativa Conacyt

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