Festejan al maíz en Totolapan

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A los habitantes de Totolapan, como a muchos mexicanos, les encanta comer maíz. Su devoción hacia esta semilla es tal, que desde hace 20 años realizan una fiesta en su honor, centrada en una ceremonia donde la gente sube al cerro de Santa Bárbara para realizar una ofrenda a la Madre Tierra y a la Cúpula Celeste para agradecer un año de buenas cosechas.

Hace 20 años, el catedrático Alejandro Chao Barona, quien llegó a encabezar la Escuela de Trabajo Social de la Universidad Autónoma del Estado de Morelos (UAEM), impulsó varias fiestas en el estado, cuyo objetivo sería manifestar respeto a la naturaleza y a los cuatro elementos, así como preservar la cultura alimentaria de México, su autonomía y soberanía.

Fue así como nacieron la fiesta del Viento, en Xochicalco; la del Sol, en Chalcatzingo; la del Agua, en las lagunas de Zempoala; de la Tierra, en Ayala, y la del maíz, en Totolapan.

Se trata de celebraciones inspiradas por la cultura del México prehispánico, las cuales ya se han convertido en una tradición, aunque hay quien afirma que existen en la región desde el Siglo XVII.

“Es un agradecimiento a la Madre Tierra y a la Cúpula Celeste; a los cuatro puntos cardinales hay que agradecerles la vida”, explica Malco Flores Hernández, habitante del pueblo y director de Ecología y Servicios Públicos del Ayuntamiento de Totolapan.

A sus 23 años, Malco es uno de los muchos pobladores jóvenes que se han unido a una tradición que parece haber estado allí desde el principio de los tiempos.

El catedrático se encargó, finalmente, de desvelar las celebraciones, antes de ser asesinado junto con su esposa en mayo de 2014, en un hecho que conmocionó a la comunidad estudiantil del estado.

A dos años de su ausencia, la Fiesta del Maíz se ha convertido en una forma de honrar su memoria y su trabajo.

El crecimiento de la semilla

En su inicio, la fiesta duraba un día. Durante un sábado del mes de octubre, en tiempo de cosecha, los pobladores acompañaban a la comunidad estudiantil de la UAEM hasta las alturas del cerro, donde se realizaba el ritual de agradecimiento y se armaba una ofrenda con flores y frutas.

Posteriormente, el grupo bajaba al Zócalo, frente a la Presidencia, para revivir la antigua práctica del trueque, al intercambiar sus frutas por alimentos preparados con maíz.

Cada año, cual semilla germinada, la fiesta ha crecido y se fortalece cada vez más con el apoyo de las autoridades municipales, que han logrado extender su duración hasta por cinco días.

En su vigésima edición, la administración local, encabezada por María de Jesús Vital Díaz, preparó cuatro días de actividades continuas, que culminan el sábado con la ceremonia, la ofrenda, la danza y el trueque.

La riqueza de Totolapan

Además de contar con el imponente ex Convento de San Guillermo, cuya edificación se remonta al Siglo XVI, Totolapan se distingue por la producción de maíz criollo, pero también por el cultivo de jitomate y pepino, entre otras hortalizas.

Al ser un municipio con tierras altamente fértiles y un clima privilegiado, no es de extrañar que los pobladores presuman su autosuficiencia alimentaria.

De acuerdo con Martín Hernández Díaz, de la Dirección de Desarrollo Agropecuario, lo que distingue a Totolapan de otras zonas productoras de maíz es que sus campesinos se han negado a sembrar maíz híbrido, por lo que los productos elaborados con las semillas de esas tierras conservan el sabor original de los que preparaban los antepasados.

“Las tortillerías demandan otro tipo de maíz, pero nuestra producción es suficiente para el autoconsumo de quienes todavía tenemos la costumbre de comer tortillas hechas a mano”, señala.

Hernández Díaz estima que en Totolapan existen cerca de 150 productores dedicados a la siembra del maíz, en cultivos que van de la media a las cinco hectáreas, y cuyos elotes se espera estén listos para ser cosechados entre noviembre y diciembre.

Aunque buena parte de la producción se queda allí, otra gran cantidad es comercializada en un centro de distribución ubicado en Atlatlahucan, de donde se envía a otros municipios de la región, aunque también hay quienes optan por llevarla a Ozumba, Estado de México.

Una fiesta energética

Durante los cinco días que dura la fiesta, visitantes y pobladores degustan los productos que se ofrecen y asisten a las presentaciones musicales en las que participan artistas como Alejandra Robles, la Banda Elefante y la Banda de Viento de Brígido Santa María, originaria de Tlayacapan.

Eso satisface a su paladar y a sus oídos.

Sin embargo, para llenar el hueco que llegan a sentir en el espíritu, hay quienes consideran esencial asistir a la ceremonia del cerro de Santa Bárbara.

“Vamos a cargarnos de energía, a liberarnos de los pesares y a convivir, a unirnos, porque a pesar de que ya tenemos otras creencias, siempre hay que retomar aquello que nuestros antepasados nos enseñaron por la vía del ejemplo, que también es muy importante”, concluyó Malco Flores.

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