Expertos en historia, biodiversidad, legislación y cultura del maíz coincidieron en la necesidad de generar sinergias de política pública y acción social que permitan la protección y permanencia de los maíces nativos de México, que suman alrededor de 60 variedades.
Lo anterior implica una visión holística que fomente la cultura y el cuidado del territorio en manos campesinas, los recursos naturales, la diversidad biológica y la cocina tradicional mexicana, con los maíces como insumo fundamental.
“Ninguno de estos elementos puede sobrevivir desligado del otro”, señaló el subsecretario de Autosuficiencia Alimentaria de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural, Víctor Suárez Carrera, al participar en el encuentro “Cultura, cocina, legislación y protección de nuestro maíz”.
Destacó el mandato establecido en el Plan Nacional de Desarrollo 2019-2024 y en el Programa Sectorial de Agricultura, de avanzar en la autosuficiencia alimentaria en maíz, frijol, arroz, carne de res, cerdo y aves, huevos y leche.
Destacó también las acciones que realiza el programa prioritario Producción para el Bienestar (PpB) en este reto, en lo relativo específicamente al maíz.
Destacó que este programa, que trabaja en forma paralela con otros como Sembrando Vida, Precios de Garantía y las acciones de Segalmex-Diconsa-Liconsa, ha entregado apoyos directos a un millón 605 mil 472 productores de pequeña y mediana escala de maíz y milpa durante este 2021, esto es, 74 por ciento del total de productores que han recibido apoyos del programa.
El 60 por ciento de estos maiceros, abundó, se ubican en el sur sureste, 61.3 por ciento son de municipios reconocidos de población indígena, 85.6 por ciento son de pequeña escala pues cuentan con predios menores a cinco hectáreas de temporal y 31.7 por ciento son mujeres.
En la conferencia -que fue la número 28 del ciclo Autosuficiencia Alimentaria e Innovación Tecnológica que organiza la Secretaría de Agricultura, y que ocurrió en el marco de las conmemoraciones del Día Nacional del Maíz, a celebrarse oficialmente el 29 de septiembre-, el subsecretario señaló que Producción para el Bienestar se guía por preceptos como: que los que nos alimentan, coman y vivan bien; el impulso a una transición agroecológica sin transgénicos, sin glifosato y sin plaguicidas altamente peligrosos, y enfoque de derechos humanos, con especial respeto a los derechos indígenas.
Para ello, indicó que el programa se apoya en sus dos estrategias: de Acompañamiento Técnico y de Fomento al Acceso al Financiamiento con tasas blandas para productores beneficiarios que asumen prácticas y planes de producción agroecológicos.
En nombre de la titular de la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales, la directora general de Sector Primario y Recursos Naturales de la institución, Adelita San Vicente Tello, destacó que el Gobierno de la Cuarta Transformación está comprometido con el maíz y con la agricultura campesina de pequeña escala, guardiana de nuestros maíces nativos.
Esta agricultura, dijo, es responsable del 40 por ciento de la producción de nuestros alimentos, y el maíz es el cultivo que más se siembra en el país.
México, incluido Mesoamérica, se considera el centro de origen del maíz, y es el país con mayor diversidad de este cereal. También, se considera como centro de domesticación constante porque cada ciclo en el que un productor selecciona su semilla, sobre todo los de pequeña escala, lo hace considerando las características climáticas cambiantes, y así está adaptando el cultivo a las mismas, expresó.
La escritora y académica Cristina Barros Valero, recordó que hace 14 años, más de 300 organizaciones ambientalistas, de mujeres, defensores del territorio, académicos y científicos, organizaciones no gubernamentales, intelectuales, cineastas, chefs y ciudadanos independientes comenzaron a impulsar la Campaña Sin Maíz no hay País, actualmente vigente.
Esa Campaña es la responsable de la creación del Día Nacional del Maíz, el cual se hizo oficial en 2019, y es la que ha propiciado una serie de acciones sociales, culturales y legales para protegerlo de la embestida de maíces transgénicos y de un modelo de alimentación ultra procesada.
Destacó que todas estas acciones son parte integral de la preservación de la cocina tradicional, de prácticas milenarias –como la nixtamalización— y de todo lo que implica la prevalencia de los maíces nativos, como son las culturas campesinas, la presencia campesina en territorio y la riqueza biológica que tiene México.
La actriz, dramaturga y senadora suplente Jesusa Rodríguez realizó el performance “Diálogo con Xilonen-Xicomecóatl, la Diosa del Maíz”, donde esta deidad, “diosa de siete serpientes, dueña de los mantenimientos, principal patrona de la vegetación, diosa de la fertilidad, diosa donante de la vida y de la abundancia” lanzó un llamado a los humanos a buscar su alimentación en las plantas y dejar de consumir productos chatarra y de origen animal.
El coordinador de Memoria Histórica y Cultural de México de la Presidencia de la República, Eduardo Villegas Megías, mencionó pasajes históricos donde el maíz fue protagonista.
Comentó que, en el Virreinato, los colonos españoles y las órdenes religiosas ocuparon amplias extensiones de consumo e imponían lo que pensaban debía ser objeto de arado, con lo cual propiciaron un desplazamiento del maíz. Ello provocó levantamientos sociales, como en 1875, cuando una fuerte sequía encareció el precio del maíz dado el acaparamiento de grano en manos de algunas alhóndigas. Hubo hambruna y desabasto de lo que había sido el alimento principal de los antiguos pobladores mexicanos, el maíz.
El abogado Michael Negrete habló en nombre de la senadora Ana Lilia Rivera, respecto del marco legal del maíz. Recordó que el 13 de abril de 2020 fue publicada en el Diario Oficial de la Federación la primera legislación federal dedicada al fomento y protección del maíz nativo.
Esta ley, dijo, tiene como nota distintiva ser el único ordenamiento normativo del sistema jurídico mexicano que reconoce explícitamente al maíz nativo junto con las prácticas tradicionales relacionadas con su producción, comercialización y consumo, como una derivación directa de los derechos humanos a la alimentación y a la cultura establecidos en el artículo Cuarto de la Constitución General.
Afirmó que la ley impone al Estado la obligación de garantizar la conservación in situ de los maíces nativos, así como fomentar la creación de Bancos Comunitarios de Semillas de Maíz Nativo por parte de ejidos y comunidades, quienes podrán constituirlos de conformidad con su normatividad interna, usos o costumbres.
Así, la ley impone un coto de veda al maíz, que lo protege jurídicamente de las amenazas de la agroindustria transnacional, basadas en transgénicos acompañados de paquetes de plaguicidas altamente peligrosos, indicó.