Maíces criollos resisten caída de ceniza y huracanes en Jalisco

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El mes de sequía y el posterior exceso de agua en poco tiempo, así como la caída de ceniza del volcán de Colima, no afectaron el vigor de la maíces criollos sembrados en el sureste de Jalisco.

El coordinador del Programa de Modernización Sustentable de la Agricultura (MasAgro) de la Secretaría de Desarrollo Rural de Jalisco (Seder), Doroteo Caro Valderrama, resaltó la resistencia que mostró esta planta ante la adversidad en el medio ambiente.

El funcionario refirió que el comportamiento de las semillas nativas en un entorno desfavorable, demuestra la necesidad de impulsar su vigencia ante los retos que plantea el cambio climático, además de su importancia como parte del patrimonio de México, como centro de origen del maíz.

A su vez, el agrónomo y extensionista, Ricardo Fabián Ortiz, indicó que ante lo atípico del reciente ciclo agrícola primavera–verano, las adversidades fueron superadas por la resistencia de los granos nativos.

Sin embargo, afirmó, habrá que esperar las cifras de la próxima cosecha para informar de las mermas y rendimientos de las siembras de maíces criollos con variedades de color negro, morado, rojo y blanco.

El especialista subrayó que pese a los contrastes de sequía de un mes y luego precipitaciones pluviales en exceso en las dos últimas semanas de octubre pasado, no se tuvieron daños “que tumbaran las plantas, lo que explica su gran vigor”.

La resistencia de estos cereales se explica por su calidad genética (lo que supone elecciones adecuadas de los agricultores) y una serie de prácticas agrícolas para inducir fortaleza a las plantas, como un enraizamiento profundo que les confiera estabilidad, puntualizó.

El empleo de composta orgánica ha demostrado que permite la filtración de humedad en el suelo, lo que fue un factor clave para que la planta resista periodos de sequía.

Fabián Ortiz observó que, además de preservar las especies nativas, los maíces criollos son una alternativa, pues los granos tienen buen precio y se puede aprovechar su forraje y el pigmento de sus colores en varios giros agroindustriales, además de su demanda en diversos platillos de la comida mexicana.

El potencial de estas semillas criollas revela su importancia para que sean un material de uso permanente para los agricultores que las han empleado por varias generaciones y que pueden tener la tentación de cambiarlas por variedades comerciales.

Entre dichas especies se destaca el tampiqueño (también conocido como tuxpeño), “el cual es el padre de todas las variedades nativas. Es un grano blanco que mide de tres y medio a cuatro metros de altura en su tallo, con mazorcas de 35 centímetros de largo y siete y medio de diámetro”.

Entre las prácticas agrícolas que se aplican en siembras de granos nativos son de una menor densidad, en comparación con las variedades híbridas; de modo que se recomienda el establecimiento de 50 mil plantas por hectárea, contra 80 mil o más de los granos híbridos, refirió el especialista.

En el proyecto de impulso a los maíces criollos, se involucran 736 productores jaliscienses de 18 comunidades en cuatro municipios: Tuxpan, Cuautitlán de García Barragán, Zapotitlán de Vadillo y Tolimán.

El maíz tampiqueño, precisó, tiene rendimiento promedio de cuatro toneladas por hectárea que se compensa con mejor precio que los granos híbridos. Además de que también se generan ingresos por el forraje, las semillas y el olote.

El proyecto en marcha ha sido respaldado por el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), ubicado en Texcoco, a través del MasAgro.

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