Maíz transgénico depende de insumos y encarece cultivos: estudio

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Puebla.-

“El maíz transgénico no es la alternativa, ante la gran cantidad de fertilizantes, pesticidas y otros insumos que requiere para sobrevivir, a diferencia de los maíces criollos, aseveró Miguel Ángel Damián Huato, investigador del Instituto de Ciencias de la BUAP.

Coautor, junto con  Víctor Manuel Toledo Manzur,  del libro “Utopística agroecológica. Innovaciones campesinas y seguridad alimentaria en maíz”, Damián Huato agregó que  el maíz transgénico no puede producir si no se les incorporan grandes cantidades de agua, fertilizantes, plaguicidas, herbicidas, insecticidas, pesticidas, entre otros elementos, insumos que no pueden comprar los agricultores por la pobreza extrema en la que se encuentran”, explicó.

De acuerdo con el académico de la BUAP, el camino para mejorar la producción y lograr una seguridad alimentaria consiste en apoyar a los productores del campo a través de una metodología que permite la defensa de los granos locales.

Presentan libro sobre seguridad alimentaria en maíz

Damían Huato y Toledo Manzur presentaron su libro en el Complejo Cultural Universitario de la BUAP, en el marco de la Feria Nacional de Libro Buap 2016

En su obra proponen una metodología para defender el maíz criollo y lograr seguridad alimentaria. La defensa del maíz criollo, la rotación de cultivos y la aplicación de técnicas de conservación del agua, forman parte de la metodología que proponen.

Damián Huato cuestionó que se intente apostarle a cultivos con modificación genética como la única manera de rescatar el agro poblano.

“El maíz transgénico no es la alternativa, ante la gran cantidad de fertilizantes, pesticidas y otros insumos que requiere para sobrevivir, a diferencia de los maíces criollos. Los transgénicos son adictos a los agroquímicos. No pueden producir si no se les incorporan grandes cantidades de agua, fertilizantes, plaguicidas, herbicidas, insecticidas, pesticidas, entre otros elementos, insumos que no pueden comprar los agricultores por la pobreza extrema en la que se encuentran”, explicó.

De acuerdo con el académico de la BUAP, el camino para mejorar la producción y lograr una seguridad alimentaria consiste en apoyar a los productores del campo a través de una metodología que permite la defensa de los granos locales.

Señaló que la metodología que aplicaron ya se probó en dos municipios del estado de Puebla: Cohetzala y San Nicolás de los Ranchos, poblaciones del estado donde se lograron resultados positivos.

“La alternativa es la semilla criolla, la  asociación y rotación de cultivos, aplicación de técnicas de conservación de suelos y aguas, así como el uso de estiércol como abono orgánico. Si se transfiere la forma en cómo manejan el maíz los maiceros de alta productividad, se pueden acrecentar los rendimientos para los productores de baja y media productividad. De este modo estos productores pueden conseguir la seguridad alimentaria”, destacó.

Para el académico de la BUAP, el uso de maíces transgénicos, se traducirá en una pérdida de la biodiversidad del maíz y en un mayor riesgo de contaminación genética.

“El maíz es una planta que se poliniza libremente a través del viento o de los insectos, y sembrar una semilla transgénica, que además ya está autorizado, va a causar una contaminación genética”, destacó.

Técnicas campesinas puede duplicar rendimientos

Del estudio expuesto en su libro, Damián Huato y Toledo Manzur explicaron que se realizó con  137 productores de maíz, tanto de Cohetzala como de San Nicolás de los Ranchos y  concluyeron que las técnicas agroecológicas deben prevalecer por diferentes causas, pero sobre todo para conservar el material genético del producto, además de que ayuda a la mitigación de gases de efecto invernadero.

Otra de las conclusiones  es que el uso de tecnologías campesinas en el manejo de los cultivos de maíz (como la milpa y el abono orgánico), podrían duplicar los rendimientos de los agricultores del estado, debido a que, por encima de las técnicas modernas, las campesinas son económicas y adecuadas al entorno.

Estudiaron a 60 productores de Cohetzala y a 77 de San Nicolás de los Ranchos. En el primer caso, se encontró que 85 por ciento de ellos no tiene seguridad alimentaria y de la segunda comunidad, el 43 por ciento pasa por la misma situación.

Señalaron que aunque el gobierno federal ha propuesto el uso de tecnologías modernas para aumentar y mejorar la productividad, en Cohetzala solo una cuarta parte de los productores usa el paquete tecnológico, debido a que los fertilizantes son incosteables, y porque la fecha en que se propone la siembra no se alcanzan las condiciones de clima apropiadas.  Agregaron que solo un 30 por ciento de los productores tienen alta productividad.

Dentro de las propuestas que hacen los autores del libro, investigadores  del Instituto de Ciencias, de la BUAP y del Instituto de Ecología, de la UNAM, están identificar a los maiceros de alta productividad, revalorar las técnicas campesinas, producir composta y evitar la entrada de transgénicos.

En el caso de Jolalpan y Zautla, se tienen casos exitosos de tecnologías agroecológicas.

Los presentadores agregaron que México está perdiendo el control sobre sus bienes naturales, como el petróleo, por lo que se debe impedir que se pierda la autonomía alimentaria, y la identidad que da el maíz.

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